METAMORFOSIS

Hoy quiero hablar de la exposición Metamorfosis que puede visitarse en La casa encendida en Madrid.
Metamorfosis presenta la obra de cuatro figuras esenciales del cine de animación: Ladislas Starewitch, Jan Švankmajer y los gemelos Quay. Tres filmografías singulares que tienen mucho en común: un universo excéntrico en el que conviven la inocencia, la crueldad, la voluptuosidad y la locura. Un paisaje inquietante y grotesco.
Frente a lo correcto, la imaginación de Starewitch, la provocación de Švankmajer y los personajes en eterna convalecencia de los hermanos Quay se postulan como una invitación a la libertad.

A través de marionetas, dibujos, grabados, esculturas, pinturas, pósteres, fotografías, libros, objetos, etc., la exposición ofrece al espectador un recorrido por la trayectoria fílmica de estos artistas y por las piezas que han construido para la realización de sus películas.
Aunque poco conocidos por el gran público, estos cineastas han sido y son enormemente influyentes en varios ámbitos de la creación contemporánea siendo referentes, entre otros, de los realizadores estadounidenses Tim Burton y Terry Gilliam.
La experiencia Metamorfosis, la exposición y sus actividades paralelas propondrán una reflexión en torno a la dualidad curiosidad/conocimiento y al nuevo papel de lo marginal en la creación contemporánea.

La obra de estos cuatro artistas se presenta manifiesta el diálogo explícito que mantienen: los estadounidenses hermanos Quay se reconocen admiradores del checo Jan Švankmajer y los tres beben de la obra del pionero del género, el ruso Ladislas Starewitch, pionero de este género.
La muestra, pretende despertar la curiosidad por un grupo de artistas que, por su radicalidad, su imaginación y su propio posicionamiento, es pertinente releer en el marco del presente cultural y contextualizar su potencial subversivo.
La experiencia Metamorfosis propone una reflexión en torno a la dualidad curiosidad/conocimiento y al nuevo papel de lo marginal en la creación contemporánea.

Metamorfosis consigue trasladar al espectador a un mundo intemporal dominado por lo recóndito de lo onírico. Un mundo en el que uno parece estar de más, pero que al mismo tiempo se siente formar parte de la imaginación de Morfeo tras leer Alicia en el país de las maravillas.