Minorías lingüísticas
Por Luis Rivero , 5 diciembre, 2015
‘(A propósito del Día Internacional del Ladino: 6 de diciembre, y Día Internacional del Euskera: 3 de diciembre)
Se calcula que en el mundo existen actualmente entre seis mil y siete mil lenguas. Predicción bastante imprecisa si se considera que el margen de error puede resultar de más o menos mil idiomas con todos sus hablantes. Tal estimación se hace con cautela, pues no existe unanimidad entre los filólogos al fijar un número aproximado. En lo que sí existe acuerdo es en que la mayoría de estas lenguas están condenadas a desaparecer. Como si se tratara de especies animales amenazadas, se encuentran en franco peligro de extinción. Cuando una lengua se deja de hablar por todos sus hablantes, pasa a formar parte de las lenguas de las lenguas muertas o extintas. Y deja de ser, en ese momento, lengua materna de un ser humano o comunidad idiomática.
Las estimaciones en tal sentido son que una lengua humana muere cada dos semanas. Lo que supone casi de veinticinco lenguas al año las que desaparecen. Los expertos consideran que de las alrededor de seis o siete mil lenguas vivas, el noventa por ciento, aproximadamente, se extinguirán en los próximos tres siglos. Sólo en América murieron en las últimas décadas más de cincuenta lenguas nativas.
En un estadio avanzado de la extinción, las lenguas amenazadas son habladas sólo por ancianos que se comunican en su lengua materna con razonable fluencia, mientras que las generaciones más jóvenes son semihablantes, sólo con un nivel de compresión pasiva.
El término extinción lingüística se ha venido utilizando tradicionalmente para describir el proceso de ‘sustitución lingüística’. Eufemismo que describe el hecho por el cual una lengua puede llegar a perder todos sus hablantes. Hoy el proceso de extinción puede resultar más complejo. A las circunstancias tradicionales de sustitución o cambio de lengua, al de evolución lingüística o cambio lingüístico y al de desaparición de la comunidad parlante por razones diversas, hay que sumar un novedoso fenómeno que tiene que ver con la llamada globalización.
Si la lengua es un patrimonio ‘identitario’ de la comunidad hablante, es siempre deseable su perpetuación. En estas fechas se celebran precisamente el día internacional del euskera (3 de diciembre) y el 6 de diciembre, el día internacional del ladino o judeoespañol (la lengua hablada por la comunidad sefardí en la diáspora). Dos lenguas que se han visto amenazas de extinción y que gracias al esfuerzo desde algunas instituciones públicas y privadas han logrado sobrevivir a la vorágine ‘cultural’ de la globalización. Plausible son las políticas del Gobierno Vasco para el rescate y difusión del euskera en las escuelas; como loable resulta la decisión de la Real Española Academia de la Lengua de elegir ocho académicos de entre estudiosos e investigadores de la cultura sefardí en la diáspora, el pasado mes de noviembre. Hoy podemos decir que estas dos lenguas habladas desde antiguo, han sobrevivido.
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