Muerte digna
Por Rafa Caunedo , 14 julio, 2017
Partiendo de la base que morirse es una faena, ¿por qué hacerlo tarde, mal y hecho unos zorros?
En España puedes firmar un Testamento Vital por el que pides que tu vida no sea alargada artificialmente si llegas a un estado en el que solo puedes vivir gracias a artilugios y maquinitas que ponen al lado de tu cama y que hacen ruidos día y noche. Por cierto, la cama es ese lugar del que ya no te vas a poder levantar hasta el final de tus días; el lugar al que vas a condenar a tus seres queridos para que hagan vigilia durante un tiempo indeterminado, a veces desesperantemente largo. La cama (no tu cama, esa en la que soñabas) será el pasaje al otro barrio bajo un triste fluorescente de luz blanca que te oprimirá como la tapa de un ataúd.
Elegir el momento de mi muerte es ilegal en España, no en otros países, así que espero tener en regla el pasaporte si llega el momento.
Cuando escribí “Lo que ella diga” (Ediciones Versátil, 2017) pensé mucho en esto y tuve que contenerme para no posicionarme. Preferí que fueran los personajes los que hablaran por mí con sus hechos, aunque de tanto darle vueltas, al final hasta busqué información del suicidio asistido legalizado en Suiza. Tranquilos, no reservé plaza. No quiero morir. Hoy por hoy no. Pero ¿qué pasará mañana? Lo que hice fue colocar a un tipo al que llamé Santiago en esa tesitura. Y él tomó una decisión, que por razones obvias no voy a desvelar aquí, diferente a la que yo tomaría, que omito y me reservo por no tentar a la suerte.
Pero a fuerza de jugar con la ficción, de pronto uno quiere cambiar la realidad, y me dio por imaginar qué pasaría si en mi país se regulara este tema de manera permisiva. A mí, la verdad, me quitarían un peso de encima. Abrir el debate de la muerte digna es tan recurrente como las navidades; siempre vuelve. Luego pasa y ya no nos acordamos hasta el año siguiente. Y todo sigue igual. Tratarlo implica mojarse, y mojarse acarrea miedo a perder votos. O no. Pero ante la duda…
En fin, lo dejo ahí por si os apetece dar vuestra opinión y hacer algo de ruido. Todo sea por no imaginar el puto fluorescente sobre mi cabeza. Salud y suerte.
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