No hay camino para la paz, la paz es el camino
Por Guillermina Royo-Villanova , 11 enero, 2015
En España fue El Roto el primero en desenfundar una sangrante pluma en homenaje a sus compañeros los célebres dibujantes Charb, Cabu, Wolinski y Tignous, recién asesinados en el último ataque yihadista. El mismo día de los hechos, cientos de ilustradores se solidarizaron con las víctimas difundiendo sus viñetas tanto en prensa como en la red, más de medio millón de personas se ha afiliado a la página Oficial de Charlie en los últimos días, “Je suis Charlie” es al avatar de miles de usuarios en diferentes redes como muestra de solidaridad con la revista, los ciudadanos europeos se lanzan a la calle manifestándose, el sentimiento es general, todos los que creemos en los derechos humanos somos Charlie Hebdo pero ¿Cuánto tardará esta empatía en ser de nuevo ahogada por el miedo?
Más periódico que un periódico son las amenazas a los periódicos, supongo que las redes sociales predominantes en Occidente también son víctimas del acoso, la mayoría lo lleva en silencio porque denunciar la amenaza explicaría muchas cosas como obvias autocensuras o despistadas omisiones. Es normal que en estos días la prensa mundial denuncie el último atentado, no es ningún acto heroico pero ¿Cuáles serán las consecuencias a no tan largo plazo?
La última barbarie ha conmovido al mundo, ahora, no debemos olvidar otras como la abominable decapitación a navaja del periodista norteamericano Steven Joel Sotloff el pasado verano, no dejemos de velar por los rehenes amenazados de correr la misma suerte, recordemos las amenazas al diario danés Jyllands-Posten que detonaron revueltas a lo largo del mundo en las que se también se perdieron vidas inocentes, entre ellas la de un niño de ocho años, ya han pasado diez años desde del asesinato del cineasta holandés Theo van Gogh autor de la película Submission, un film sobre el Corán y la sumisión de la mujer, basada en el guión de la parlamentaria liberal, Ayaan Hirsi Ali, incansable luchadora por los derechos de la mujer islámica que vive bajo la constante amenaza de los radicales. La noticia pasa y cada uno sigue su camino que suele ser el más fácil.
El mundo libre debe respaldar resueltamente a todas las personas que viven bajo amenaza por utilizar sus derechos, debemos apoyar a los medios que continúan sin acobardarse y defender la libertad hasta sus últimas consecuencias para no abandonarnos a expensas de otras circunstancias.
Las ejecuciones son espeluznantes pero tras la acción vienen las consecuencias, que no son más que la intención de la acción; en este caso, difundir el terror en Occidente, en sus medios de comunicación más influyentes, y activar las reacciones violentas de la derecha más radical. Cuando el terror se instala en el corazón de los estados democráticos surgen entre otras dos reacciones, el miedo y la violencia. Me lo temía y así ha sido, varias mezquitas musulmanas han sido atacadas por militantes de la extrema derecha, un supermercado judío atacado con rehenes se ha cobrado tres vidas, Le Pen no tardará en aprovechar la situación para recordarnos su intención de restaurar la pena de muerte, pienso en Maria Antonieta, en Robespierre, en la masa enfervorizada cayendo en el linchamiento y encuentro algo de cordura en las últimas declaraciones del presidente francés Francois Hollande que invitando a «luchar contra el racismo, el antisemitismo y todo lo que pueda dividirnos», porque señores, esa es la única intención de este atentado, crear el pánico, encender el odio y sembrar el caos. Pasado el humo de la metralla espero que la última barbarie no quede en paso y huyamos del sensacionalismo, que no es más que otra forma de violencia.
Unos pierden la vida por la libertad y sus hermanos responden escupiendo sobre los valores que defendieron. Abatidos los dos “héroes yihadistas” -así denominados por Al Qaeda- mientras Le Pen agota las reservas de Dom Pérignon y Obama se marca perlas como “Francia se ha de mantener vigilante”, lo único que podemos hacer es no sucumbir al miedo y honrar a las víctimas manteniendo la cordura.
Diseño de Pablo Ugartetxea y G.Royo-Villanova
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