No soy un día, no soy un género.
Por Yolanda Larrea Sánchez , 8 marzo, 2015
No quiero que me traigan flores ni que me conmemoren. Ni siquiera que me feliciten. Sigo igual que ayer y que el mes que viene. Respirando fuerte; con mis zapatos de tacón corrido y mis ojeras de cinco horas, y la vida y el mundo por delante. Igual y distinta a ti. Distinta porque me he forjado en el golpe, en el impedimento, en la negativa, en la oportunidad que aún hoy, tras felicitarme, me niegas.
No soy el polvo, ni la puta, ni la zorra, por más que dichas palabras se escuchen en cada uno de nuestros días. Cuido mi imagen, porque me gusta mirarme y gustarme. Y puedo asegurar que lo hago por mí, y no por el novio del polvo, de la puta, de la zorra. Porque yo, ante todo, sonrío por mí. Sin alardes y en silencio, carente del miedo que una vez tuvísteis otras, a las que os desdibujaron y robaron vuestro gesto. Ese era el característico, el que os hacía únicas. Nunca os dijeron que la vida era eso.
Por favor, no me felicites. No lo hagas. Mejor cambia tu día y hazlo grande. No me hagas abrir el periódico, ni pretendas que te enseñe mi nómina. No, no me felicites. Porque no soy solo yo. Soy todas esas mujeres que me habitan, las que vinieron detrás y alzaron la voz por lo que hoy se tambalea. Ellas son las bárbaras que construyen mi historia. Las líneas de sus manos me componen. Sostengo su lucha sobre mi espalda, pero sobre todo sobre mi cabeza. Enorgullécete de ella. Mis ideas valen mucho más que una copa. Sepultadas por la historia, silenciadas por la cultura, pero nunca, nunca, pudieron hacernos invisibles. Por las que quedásteis en el camino. Vuestro sueño sigue adelante, honrando e inventando la vida. Porque el ser mujer es hermoso.
No soy un día. No soy un género.
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