Óleo de niño africano sobre fondo gris
Por Francisco Collado , 23 mayo, 2019
Ya se que no me conocéis, pero les he pedido a quienes me cuidan que me escriban esta carta para que sepáis quien soy. Yo tampoco habría podido escribirla, apenas se hacerlo, aunque los cooperantes y los misioneros se preocupan de enseñarnos, tenemos otras prioridades, como son poder llevarnos un trozo de pan a la boca todos los días. Ellos son buenos, nos cuidan, nos alimentan, nos enseñan, han venido desde vuestros países para estar con nosotros, aunque ahora no los reconozco escondidos en unos trajes extraños que han de ponerse. Ya no puedo abrazarlos, de hecho hace mucho que nadie me abraza, y todos se alejan de mi. Dicen que tengo dentro una enfermedad. Yo no entiendo nada. Se que en vuestro mundo; aunque los misioneros dicen que es el mismo mundo, yo lo dudo; cuando un niño se pone enfermo lo curan con medicinas. ¿Por qué no hay medicinas para nosotros, si esta enfermedad lleva aquí muchos años? Nosotros aquí somos felices construyendo una pelota de trapo para jugar, por eso no puedo entender lo que me cuentan de los niños de vuestra tierra. Dicen que lloran y se enfadan si nos les compran los últimos teléfonos móviles o aparatos para jugar, que se pasan horas aislados mirando la pantalla. Deberían venir aquí, les enseñaríamos a jugar y a llorar tan sólo por cosas importantes, les enseñaríamos a disfrutar de un trozo de trapo como balón. A disfrutar de la vida. Una vida que muchos de mis amigos han perdido, tirados en el suelo, como animales. Por eso he pedido que os manden esta carta. Los cooperantes me han contado que habéis salido a la calle para salvar a un perrito, todos a una, pidiendo que no muriera. Esto me ha llenado de esperanza, unas personas capaces de luchar por la vida de un perrito deben ser buenas y nobles. Tan sólo ignoran lo que nos esta pasando aquí. Se que cuando llegue mi mensaje y todos conozcan nuestra situación, os echareis a las calles para que no sigamos muriendo. Aunque los que me ayudan mueven la cabeza negativamente cuando se lo digo, yo se que no habéis hecho nada, simplemente por que ignorabais lo que estaba pasando por aquí. Ahora cuando os llegue mi carta, se que no dudareis. No conocíais nuestros nombres. Nadie os contó lo que estábamos sufriendo. Yo también tenía un perrito. Hace mucho tiempo que no me dejan verlo. Aunque quizás para mi no halla esperanza, esta carta que os envió se que ayudará a otros. Confío en unos hombres que quieren salvar criaturas vivas, como lo somos todos los que llevamos años muriendo. Ahora ya tendréis la información. Ahora ya lo sabéis y confío en vosotros. Cuando vengáis, intentad preguntar por mí, no se si podré recibiros. Mi nombre es Ninguno.
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