Orejas y rabo para Dani Martín
Por Saúl , 27 septiembre, 2015
Dani Martín disfruta de la vida subido en una permanente cuerda floja. Le gusta caerse, levantarse, tambalearse y oler el polvo. Es consciente que después de la caída el vértigo desaparece y se recupera el vuelo poco a poco. Se trata de eso. Ayer llenó la Plaza de las Ventas, un recinto difícil, bonito y mágico. Si no que se lo pregunten a la Luna que no perdió detalle en toda la noche. Para ser el mejor en algo hay que ofrecer cosas diferentes a las del resto y “La Cuerda Floja” no fue un concierto al uso. Hubo payaso, bailarinas, pasacalles y artistas de circo que animaron la emocionante tarde madrileña. Una larga pasarela ocupaba el albero de forma que los asistentes con entrada de pista pudieron disfrutar de su ídolo de cerca. Los primeros en abrir fuego fueron Sidecars. Una banda rodada, con mucho oficio y con un largo camino por recorrer. “Déjalo Sangrar”, “Contra las Cuerdas”, “De Película”, “Fuego Cruzado” y “Fan de Ti”, entre otras, retumbaron con fuerza en toda la plaza haciendo las delicias de los asistentes que se llevaron apuntados el nombre de la banda. El papel del telonero se trata de convencer y robar público al protagonista.
A las 22.10 salió entre vítores y aplausos Dani Martín. Saludó y disfrutó de lo que estaba viendo. Un logro que ha cosechado tras años de mucha carretera con El Canto del Loco donde aprendió lo difícil de la profesión. Canciones como “La suerte de mi vida”, “Mi teatro”, “Emocional”, “Pequeño”, “Mi lamento”, donde pidió silencio para la frase: “y tu carita de princesa, mi hermana”, “Aunque tú no lo sepas” y “Volver a disfrutar” sonaron como en un gran karaoke, al unísono. Hubo tiempo para alardear de amistad y dar la bienvenida a Leiva. El de Alameda de Osuna se fundió en un abrazo con Dani y junto a su hermano Juancho, voz de Sidecars, interpretaron la perezosa “Pienso en aquella tarde”. La noche iba de clásicos. Pasada con creces la medianoche, el circo corrió el telón para dar por finalizado un show que quedará grabado a fuego en la cabeza de Dani Martín. A buen seguro, guardó bajo llave hasta el último detalle para seguir caminando un rato más por la cuerda floja. Y que pase lo que tenga que pasar.
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