Otra cortina de humo
Por Alba González Pérez , 6 febrero, 2018
Esta semana asistíamos a la revolución causada en las redes cuando cierto periodista británico, publicaba en un medio al que no mencionaré (por aquello de no dar publicidad) una suerte de comentarios sobre como comportarse en España, si un compatriota quería sentirse integrado. Las recomendaciones iban desde «blasfemar como un soldado», «gritar al camarero del bar» o «asistir a una corrida de toros». Imposible plagar de más tópicos un artículo ya lleno de ellos. Como era de esperar la prensa nacional se hizo eco del mismo y comenzó una nueva batalla entre enemigos acérrimos que ya se conocen, pero esta vez en un nuevo escenario, no a la antigua usanza, si no donde se celebran hoy en día las mejores contiendas; en el ámbito digital con salados intercambios de dimes y diretes ¡si Blas de Lezo levantara la cabeza!.
La respuesta no se hizo esperar y el ABC publicó su versión haciéndole ver al buen señor que sus compatriotas no son, ni mucho menos, civilizados cuando visitan nuestras tierras, haciendo alusión al turismo de borrachera en el levante y la práctica ya conocida como «balconing» que alguna que otra vida se ha cobrado ya.
Tanto revuelo no nos deja ver la paja, y no precisamente la del ojo ajeno. Si todos los países del mundo soportan la carga de los tópicos, en base a costumbres e historia, lo de España se sale de madre y es que en eso de generar falsa opinión los vecinos del norte nos llevan ventaja. La Leyenda Negra pesa y hace aparición en tanto en cuanto hay alguna miseria que tapar.
Sin ir mas lejos el New York Times en 2014 publicó un artículo sobre como un país entero se detenía entra las dos y las cinco de la tarde para llevar a cabo algo «muy español» como echarse la siesta después de la comida. Sin embargo, si rascamos la superficie y nos sumergimos en los datos, encontramos que la revista científica «Neurology» revelaba que los europeos que más duermen la siesta son los alemanes. Incluso los ingleses se echan más cabezaditas después de comer que los españoles. Según este trabajo, el 22% de los alemanes asegura que duerme la siesta al menos tres veces por semana. Ahí se sitúan como líderes, muy por encima de los italianos, en segundo lugar con un 16%, y de los británicos, en la tercera plaza con un 15% de respuestas afirmativas.
Se podrían dedicar muchas más líneas a desmontar los mitos cañíes (y alguno que otro extranjero), pero no creo que de fábulas vaya el trasfondo. El país anglosajón que se encuentra completamente dividido tras la consulta del «Brexit» que, por muy poco margen, otorgó la victoria a aquellos que pedían una salida urgente de la Unión Europea y mayor control sobre las fronteras. Tras esto, la libra en caída libre y ambos bandos, Tories y laboristas, incapaces de llegar a un acuerdo sobre el precio a pagar para mantener negocios con el bloque europeo, mucho me temo que no les vendría a mal revisar sus filas internas y hacer un ejercicio propio de una gran nación como es Gran Bretaña, sumida hoy a medio camino entre el esperpento político y la incredulidad ciudadana. Ahí tenemos algo en común.
Haciendo propio el dicho de «la unión hace la fuerza» y en un convulso momento, donde los indivdualismos culturales y políticos pesan más que aquello que nos une, bien podríamos tomarnos a risa aquello que nos diferencia y nos hace únicos a los ojos del otro (que no es necesariamente malo) y celebrar todo aquello que tenemos en común, construir puentes hacia el entendimiento y quien sabe si algún día las leyendas dejan de ser tomadas como armas arrojadizas y siguen siendo eso, leyendas.
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