Justamente palabras
Por Juliano Oscar Ortiz , 14 noviembre, 2014
Esta es una columna de palabras. En un mundo dónde las palabras cada vez son más escasas y las imágenes nos invaden como un tsunami que todo lo abarca, el lenguaje escrito y oral resiste esta modernización de la comunicación humana para entablar una dura batalla.
En Brasil, hace unas semanas, las elecciones fueron un escenario en el que las palabras sonaron altisonantes y los candidatos debatieron con mayor o menor éxito buscando la simpatía de un electorado que volvió a elegir como diputado a un payaso. Y no es que discrimine a los payasos, quizás en otros países los payasos no usen peluca, ni se pinten la cara de blanco ni les recorra una lágrima de mentira.
A poco menos de un año de las elecciones para elegir sucesor al sillón de Cristina Fernández de Kirchner, los distintos postulantes tratan de acomodar su discurso (en base a imágenes) a gusto de los votantes. El oficialismo liderado por Daniel Scioli, es un reflejo de la decadencia política del gobierno, un hombre tibio que una y otra vez fue humillado por los sectores más radicales del gobierno, y que continúa defendiendo el modelo, del que ni él mismo cree y del que deberá despegarse en algún momento si quiere salir airoso.
Por su parte la oposición, acorralada en el congreso por ser minoría, cuenta los días faltantes para la elección y muestra sus cartas ante la gran necesidad que tienen los argentinos por un cambio. El 75 % de la gente no comulga con el kirchnerismo, y cada vez son más los que se lamentan por haber apoyado a Cristina. A ese sector apuntan sus miradas Mauricio Macri, el líder del Pro; Sergio Massa, ex funcionario del gobierno y ahora opositor con su Frente Renovador, y Ernesto Sanz, elisa Carrió, Hermes Binner y Julio Cobos, de Unen, una suerte de alianza de sectores de centroizquierda que no terminan de elaborar un mensaje único.
El gobierno ha arremetido con furia con varias leyes en estos últimos tiempos, de una forma autoritaria y sin lugar para el consenso. Su prédica es la de siempre, “nosotros somos la patria, ellos los antipatria” un discurso remanido y que la ciudadanía entiende como los manotazos de un ahogado que ve mirar cómo se hunde su barco. Scioli promete profundizar el modelo, lo que parece una piedra en su salvavidas, en tanto Macri representa el cambio con un mensaje alejado de la confrontación y el miedo, Massa dice que cambiará pero no tanto mientras trata de juntar adhesiones de los kirchneristas arrepentidos.
Atrás quedaron los dichos de Carlos Menem, ex presidente, cuando en la campaña que lo llevó al poder prometió “Revolución Productiva y Salariazo”; una vez en el poder declaró “¿Y qué quieren? Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”.
El gobierno de Cristina persiste en su guerra contra los medios de comunicación que no son afines, tratando de acallar sus palabras, sin importarle que un gobierno democrático necesite de una prensa con libertad y sin persecuciones. Enarbola la causa contra “el miedo y las corporaciones vendepatria” como banderas que simbolizan el sentir nacional y detrás de ellas esconde toda su mugre, la corrupción, la inflación, la inseguridad, la falta de planes educativos y sociales que desarrollen el país. Palabras no le faltan para explicar lo que para ellos es la “década ganada”, y lo que para la mayoría del pueblo argentino es “la década robada”.
“La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha” decía un filósofo francés allá por el siglo XVI, será por eso que en cada oportunidad que la presidenta aparece en la televisión anunciando sus “obras de gobierno” y atacando a los que piensan diferente, la gente cambie de canal y busque refugio, sano refugio en las opciones del cable pago.
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