Pedagogía invisible: modelado informal
Por Clara Cordero , 26 marzo, 2014
By Jon Ottosson
Cuando hablamos de pedagogía invisible nos referimos a esos actos de aprendizaje por los cuales, sin darnos cuenta se aprenden contenidos, procedimientos y actitudes sin buscarlo. El término acuñado por Bernstein fue motivo de estudio ante el fracaso escolar de clases trabajadoras de la época.
Habitualmente en el aula se ha calificado como el currículum oculto, esas manías de cada docente, esos gestos que sin darnos cuenta se mostraban con la posibilidad de que los alumnos equivocadamente los aprendiesen. Pongamos el caso de sentarnos encima de la mesa para explicar algo. Corríamos el riesgo de que el alumno al observar aquella actitud comenzase a sentarse encima de la mesa en vez de en su habitual silla. Podemos decir que era una manera de modelado informal, donde el docente que actuaba como modelo de enseñanza y aprendizaje de manera externa al currículo escolar enseñaba otras cosas.
Esto, en ocasiones se ha llevado a límites insospechados, dando más importancia al hecho de que no aprendieran determinadas cosas frente a lo que debían aprender.
Y lo mismo ocurre en las casas. Las familias también actúan como modelos para sus hijos. Pongamos el caso de la rutina a la hora de comer que lleva inherente unas costumbres o usos sociales de integración en el entorno, de educación en la mesa. Si no hay modales en la mesa dentro de la casa difícilmente el niño tendrá modales en el comedor de la escuela.
Por eso para mejorar la calidad y la eficacia del aprendizaje tenemos que tener en cuenta estos dos factores educativos, escuela y familia, quizá mayoritariamente esta última sería la encargada de ese aprendizaje informal hasta ahora, aunque con las escolarizaciones tan tempranas que estamos sufriendo casi , y sin casi, se pasan más tiempo en el centro escolar que con las familias.
Como consecuencia de esto y teniendo en cuenta las innovaciones educativas podemos decir que el aprendizaje informal también debe gestionarse en la escuela, ya sea por el tiempo que pasan en ella o porque quizá dentro de su ámbito social los alumnos aprenden más y mejor. Y ese modelado del que hablábamos debe cambiar de categoría y convertirse en algo comunitario, no individual del docente o de los padres. Sabemos que los alumnos aprenden de su entorno, en general, no solo de los que acuñamos términos de adultos y expertos por nuestra condición, más bien deberíamos tener en cuenta todo ese margen social de amistades, encuentros y desencuentros que suelen perfilar la personalidad y los aprendizajes de nuestros niños a medida que van creciendo.
La pedagogía invisible pues se impone como una necesidad que atiende a un entorno de diversidad, de atención al alumno, donde el aprendizaje es inherente a cada circunstancia social determinada. Donde lejos de seguir la jerarquía, secuencia didáctica y selección de criterios propios de la pedagogía visible, por tanto de lo habitual en la escuela, se erige como un anticipo de ese aprendizaje informal tan rico, variado y necesario para el niño.
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