Pereira se proclama campeón de Europa sub23 de esgrima
Por Fermín Caballero Bojart , 1 mayo, 2016
Pereira, campeón de Europa Sub23 2016. Foto Augusto Bizzi.
Sillas negras, uniformes rojos, camisetas verdes, pequeños marcadores electrónicos con el contador a cero apoyados sobre unas mesas con manteles azules de restaurante barato, carteles en búlgaro que anuncian agua mineral sobre un fondo de enormes azulejos grisáceos, pistas electrificadas por el suelo y a ambos extremos del pabellón de la Feria Internacional de Plovdiv, en la baja Tracia, al borde del río Maritsa, separados prudentemente del lugar de los combates, dos grandes anuncios del evento: “Campeonato de Europa de Esgrima. Sub 23″. Bulgaria.
En la pista central Tripapina (Rusia) y Francesca Palumbo (Italia) disputan la primera final de la tarde. Florete. Se queja la rusa porque Francesca le ha embestido con la empuñadora en su mano derecha, finalmente Svetlana Tripapina gana el asalto. Campeona de Europa. Hasta ese momento Yulen Alexander Pereira aguarda haciendo estiramientos, observando.
Un árbitro resetea el marcador electrónico. La final femenina ha dejado un rastro de 10-15 a favor del lado derecho, por donde va a entrar Yulen. Su rival, Yuval-Shalom Freilich, ha barrido a dos suizos, un búlgaro, un ruso y en semifinales al húngaro Sandor Cho. Yulen, muy concentrado, derrotó a otra horda de espadas. Primero a un compatriota del finalista, en tabla de 64. Después no fue fácil el camino hacia la final. El húngaro Berta, el danés Von der Osten, el italiano Esposito y el polaco Antkiewicz en semifinales fueron sus víctimas. Pero faltaba Yuval, un israelí rubio, al que Pereira le saca media cabeza. También a los árbitros y a las asistentas, que vestidas a juego con nada del pabellón, no paran de sonreír. Es la presentación de la final. De su final.
Hasta el primer tocado, tanteo. Yulen marca, mide las distancias de su rival. Agita el arma y la hoja brilla, flotando como una mariposa. Descuida la guardia para ceder el primer tanto. 1-0. Se quita la careta, aún no suda, mira al suelo. Reanudan y un doble tocado (solo permitido en espada) pone el 2-1 a favor de Freilich. Yulen no quiere perder este tren. 2-2. Se deja acercar hasta su línea de advertencia. 3-2 para el representante de Israel.
Bajo los nombres, en el marcador insertado en el canal de streaming que retransmite el evento en directo se deja entrever el escudo constitucional de la bandera española. No parece actualizado. En la bandera del rival ni rastro de la estrella de David. Yulen empata a 3. Cierra los puños con fuerza. Inclina la balanza a su favor en unas cuclillas de Freilich. 3-4. Yulen vuelve a la estrategia inicial. Se deja de nuevo caer hasta los confines de su territorio, le espera. Tocado de empate a 4. Yulen se abre de piernas en la defensa. En esgrima no se rompen los pantalones. Cruce de miradas con el rincón español, vacío, sin seleccionador nacional. Un gesto, un guiño. Y vuelta a por la presa antes de ser apresado. 4-5. Y cuando parece mantener el control del asalto el israelí empata con un tocado muy rápido. Primer descanso.
Yulen junto a su compañero Álvaro Ibáñez. Foto de Augusto Bizzi.
Un minuto de rápidas instrucciones, como boxeadores pero sin protección dental. Cogen aire, beben agua, la de la publicidad. Ambos escuchan a sus acompañantes. El técnico de Israel hace aspavientos, nervioso. De vuelta al ring, Yulen enseña a Freilich como se coge la máscara con el pie. Con autoridad. Con seguridad. Tarda en llegar el tocado, se enredan y se vuelven a tantear hasta que Freilich despierta. 6-5.
El madrileño, con zapatillas blancas con tres tiras rojas diagonales y los colores de España en la máscara, se muestra conservador. Freilich le hace el 7-5. Pereira mira al electrónico del feo mantel. Se despoja y enfunda el mascarón como quien se quita una gorra. Sudan. Reanudan. 7-6. Enseguida le devuelve la réplica. 8-6. El contrario se defiende bien. Muy bien. Mantiene la distancia y no deja al español ejecutar su estilo. 9-6. Terremoto. Epicentro en Plovdiv. Dos tocados fantasmas de la espada de Yulen detienen la final. No se fía de la punta. Habla con el entrenador fantasma. La federación no ha enviado con los muchachos a nadie, huérfanos, en el día de la madre. Segundo descanso.
En el ring fantasmagórico los ecos de los vítores de la expedición española. Manuel Bargues (clasificado el 21 en individuales) y Guillermo Migallón (22) bien valen una final. La esgrima española sobrevive hoy en Europa gracias a gestas como la de estos muchachos. Junto al cuarto mosquetero, Álvaro Ibáñez (31), defenderán a España por equipos. Pasado mañana.
De vuelta al combate 9-7. El cambio de arma surte efecto. Miedo escénico y remontada como sombras tras la rejilla de Freilich. 9-8. Un tocado en el pie. 9-9. Tiki-taka de Yulen, el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio diario salen a escena. 9-10 a 1’:45” para el final. El rival, ahora sí, ha perdido el control del marcador, nervioso, se quita la máscara. Se creía dominador. Baja la guardia. 9-11. En el 9-12 se repite la escena de pánico. A Israel se le escapa el oro, camino de España. Freilich recorta. 10-12. Yulen se ha crecido de verdad. Ahora sí, le saca la media cabeza, le saca partido a su ventajosa estatura, a su energía. En un cruzado de espadas, de cazoletas enredadas le hace el 10-13. 53 segundos para la gloria.
Israel tiene prisa. No son buenas. Freilich sucumbe. 10-14. Desesperado se acerca al 12-14. Y a Yulen le sobran 17 segundos para convertirse en campeón de Europa sub 23 con un último tocado doble que deja el marcador en 13-15. Para flotar como una mariposa y picar como una abeja.
Y el abrazo de madre, de entrenador fantasma en ese rincón del ring, se lo da a Álvaro Ibáñez Bringas, el cuarto mosquetero.
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