Podredumbre y aire limpio
Por José Luis Muñoz , 26 mayo, 2015
España se cansó de la podredumbre que corrompía la piel de toro y el PP perdió sus feudos más preciados. El 24 de mayo es el inicio de un cambio irrevocable del que el único que no se ha enterado, o no quiere, es el presidente del gobierno que bien haría presentando la dimisión para dar paso a otra figura del partido. No lo hace el hombre tranquilo, el busto del plasma, y se empeña en que ganó las elecciones, lo que puede causar un ataque de risa a Rita Barberá, José Antonio Monago, Alberto Fabra, María Dolores de Cospedal, Esperanza Aguirre, etcétera, que se van a ir a su casa porque el PP ha ganado las elecciones. El PP ha sido derrotado sin paliativos porque una parte importante de su electorado se ha hartado de la corrupción que anida en su seno, sistémica, inherente a la formación, pero mantiene una indudable base de votantes irreductibles que seguirán apoyándolo aunque descubran que sus dirigentes son asesinos en serie, se comen crudos a los niños o encienden velas en la intimidad a Adolfo Hitler. Esos, los que les votan, esos seis millones de desclasados que prefieren que les sigan laminando sus derechos sociales y laborales, que les priven de futuro con mierdas de contratos esclavos, que les cercenen la libertad, que los echen de sus casas o se tengan que ir al extranjero, que les roben el dinero de sus bolsillos, y los siguen votando, se merecen, sin duda, que les gobierne el PP.
Con esta deriva el PP ya tiene perdidas las elecciones generales por goleada. Se terminó la derechona tardofranquista y el futuro augura su declive imparable. En meses vamos a asistir cómo los marineros empiezan a abandonar el barco tocado, escorado y a punto de hundirse del partido que fundara el ministro de Franco Manuel Fraga Iribarne y empiezan a sumarse a Ciudadanos, el partido inmaculado de Albert Rivera que, pese a todo, no se ha beneficiado tanto de su crisis como se decía, del mismo modo que a Podemos le falta todavía mucho para dar ese sorpasso y convertirse en el ariete de la izquierda que tome el cielo por asalto porque tanto Ada Colau como Manuel Carmena son personas carismáticas que se han presentado dentro de una gran colación y sus resultados son fruto de su intachable personalidad.
De Ciudadanos depende darle un poco de oxígeno al PP o de apuntillarlo. Con cálculo electoral me inclino por lo segundo y la derecha heredera del franquismo puede pasar a mejor vida en poco tiempo como le ocurriera a la Democracia Cristiana, algo que sería muy saludable para la higiene democrática de este país.
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