¿Por qué salir de Egipto cada año?
Por Esther Bendahan , 18 abril, 2014
Hay un pueblo peculiar que alrededor del mes de abril de cada año, se reúne entorno a una mesa familiar para recordar el sentido de la libertad. Leemos un relato de cómo salimos de Egipto: “Dios nos sacó con brazo extendido y con brazo fuerte”. “En cada generación piensa que eres tú mismo quien salió de Egipto”. Así año tras año, generación tras generación, un socio drama potente. Si hay un texto que haya sido un best seller es ese, hay que reconocer que también los demás libros bíblicos, pero el relato del éxodo posee la intensidad de lo eterno, hay un malvado, un líder, un pueblo incrédulo… La celebración consiste en la lectura que es casi una representación familiar (este pueblo, el judío, tiene dos fuerzas de futuro, es en realidad una comunidad de lectores, un club de lectura que comenzó hace cinco mil años y es un pueblo testigo), se usan sabores como símbolos, las hierbas amargas, el barro (una masa hecha de dátiles y almendras entre otros productos…) para contar la esclavitud. Reúne niños y ancianos, unos aprenden de nuevo, otros recuerdan. Hay muchos cristianos que han empezado a celebrarlo unos días antes, quieren así conmemorar esa festividad que celebró Jesús, esa que fue su última cena.
El texto cuenta la dificultad, la esclavitud en Egipto, la demanda de salida, el liderazgo de Moisés, la negativa del faraón, las plagas. (Recientemente leí que un escritor egipcio quiere reclamar a Israel una indemnización por las plagas, pero eso me ha dado la idea de otra reclamación por la esclavitud, tenemos derecho de participación en la explotación de las pirámides). El pueblo llegó a Egipto, recordemos, tras una hambruna. José invito al los suyos a quedarse, fue bien, hasta que aparece alguien que considera la diferencia como amenaza. Y esclavizó al pueblo, quiso aniquilarlo matando a los varones. Apareció Moisés, figura interesante incluso para Freud que lo consideró un príncipe Egipcio. Pero no es el ADN lo importante, no se trata tanto de la raza como del significado.
Año tras año se propone reflexionar sobre la libertad.
Es en el éxodo donde surge el pueblo, en el desierto, así aparece la idea del hombre, de la humanidad que hay que ver como extranjera siempre, cuarenta años de desierto (en hebreo desierto tiene la misma raíz que la palabra: palabra y no es casual). La recepción de la ley y el ser testigos les da la identidad de pueblo. Pero no es fácil dejar de ser esclavos, hay muchas formas de serlo, pregunten a los bancos. Cada año antes de primavera recordamos (habría que hacerlo cada día) que la libertad no se adquiere de una vez para siempre, que hay que proponerse una y otra vez adquirirla con conciencia y esperanza. Esa esperanza que mueve el mar y lo parte. Salimos este año de nuevo de Egipto repitiendo desde hace siglos el próximo año en Jerusalem. (Ya lo vimos de la mano de Charlton Heston, próximamente lo va a contar Ridley Scout).
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