Posible, necesario: seguro
Por Magdalena Cabello , 19 noviembre, 2014
«Tengo la manía de pensar que lo que es necesario es posible y tiene que hacerse real. Esa es la divisa. Me parece muy bien la propuesta del Foro de Porto Alegre «Otro mundo es posible» pero, además, otro mundo es necesario. Lo que hay ahora no está a la altura de la Declaración de los Derechos Humanos. No está a la altura de la dignidad de los seres humanos. Y como nos hemos comprometido —porque una declaración quiere decir que de alguna manera te comprometes— es necesario crear algo distinto a lo que hay ahora. Lo que es necesario tiene que hacerse real. Para mí no se trata de si se puede o no; tiene que ser así.»
Son palabras de Adela Cortina, galardonada con el Premio Nacional de Ensayo de este año. Catedrática de Ética en la Universidad de Valencia, Cortina destaca por sus reflexiones acerca de la moral y la ética empresarial, sobre todo, a causa y como consecuencia de los tiempos que vivimos. Merecido esfuerzo y compromiso que el Ministerio de Cultura le ha reconocido por su labor académica y a la vez socio filosófica que, verdaderamente, es más que necesaria.
Sin embargo, cabe detenerse a pensar un instante. ¿No es extraño que el propio sistema galardone y reconozca pensamientos críticos que le ponen en tela de juicio a sí mismo? Quizás pudiera ser paradójico pero sin duda, parece el modo más descarado de disfrazar de pluralismo el pensamiento «único» que son estas «salidas del margen» que parecen adornar de benevolencia y respeto a todas las opiniones disidentes con el mismo. El mismo mecanismo parecen adoptar los grandes medios de comunicación que estos días preparan extravagantes y profundos artículos sobre el día Mundial de la Filosofía como si la lucha por el pensamiento crítico fuese constante. Y no es así. Lo sabemos al medir la proporción de opiniones plurales en las televisiones públicas o en viñetas de ciertos periódicos que difieren por completo de la línea general que lleva a cabo ese medio.
Parece que se trata, más bien, de colocarse una buena máscara que impida reconocer en los medios que dan voz a la mayoría un único bloque común, sustentador, al fin y al cabo, del sistema. Un sistema que ya no entiende de ideologías bien o mal ejercidas, sino de ausencia brutal de ética y moral. De un rechazo al sentido común.
El mundo posible y, finalmente, real del que nos habla Cortina me hace recordar -como de costumbre- al mundo seguro de José Luis Sampedro, otro gran enfrentado a la sociedad y, sin embargo, aclamado. ¿Son voces que, por saber que no cuentan con mayorías son escuchadas después de todo por su importancia y buen hacer?
Quizás no consigamos definir un motivo único y adecuado a estas disidencias que cada día calan más en todo el entramado social, pero sí podemos asegurar que en el momento en que la mayoría lean a Cortina o a Sampedro, el Ministerio de Cultura tendrá que buscar otros premiados, porque estos…ya no serán los raros.
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