¿Preferirías ser un pez?
Por Oscar M. Prieto , 19 enero, 2017
El protagonista, un hombre joven y sano, despierta todas las mañanas minutos antes de que suene el despertador. Abre los ojos y mira el reloj sin estridencias sin rabia ni pereza. Luego se abraza a su hermosa mujer, que duerme a su lado. Ella también despierta, pero no abre los ojos ni se vuelve. Su piel agradece el abrazo que recibe y le cuenta a su marido el sueño que ha tenido. Cada día un sueño. Ha soñado que van a tener gemelos. Ha soñado con una guitarra arlequín y con aprender a tocarla. Ha soñado que lleva sus deliciosas magdalenas a la feria del sábado y les gustan a todos.
El protagonista sale de casa cada mañana camino del trabajo. Todos las mañanas por el mismo camino, todas las mañana caminando. Conduce un autobús urbano. Es puntual y cada mañana espera el minuto exacto de salida sentado ya al volante, escribiendo en un cuaderno poemas. Durante todo el día recorre las mismas calles. Presta atención a las conversaciones de viajeros anónimos, señala los giros dando las intermitencias, sorprende algún destello de luz en el parabrisas o quizás una perspectiva de nubes en un cielo al que nadie mira.
El protagonista regresa cada tarde a casa y coloca en su sitio el buzón inclinado. El perro ocupa su sillón favorito. No se llevan bien, pero le encanta a su mujer y no dice nada. Al caer la noche, todas las noches lo saca a pasear. Aprovecha para parar en su bar de cada día y tomarse una cerveza.
Y así todos los días. Sin embargo, pese a lo que un desconocido pudiera pensar, el protagonista no está amargado, no está cabreado ni cree que la vida es injusta con él. Ama a su mujer, aunque ella tenga la manía de pintar todos los objetos de la casa, también sus vestidos y las magdalenas, con círculos negros y blancos. Se podría decir, incluso, que es feliz, al menos con esa felicidad que da el saber que ningún día es idéntico a otro día, por mucho que puedan parecerse, la felicidad de caminar por un camino nuevo aunque sea el camino repetido de todos los días, la felicidad de distinguir las pequeñas diferencias.
Al final el protagonista nos pregunta: ¿preferirías ser un pez? La película se titula Paterson y habla de la belleza cotidiana.
Salud.
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