!Que nivel, Maribel!

Algunos aciagos representantes de nuestra clase política portan el nivel de mugrienta tasca con serrín para escupir en el suelo y lumis con navajas en la liga. Raza de tahúres, burlangas y trileros, aptos tan solo para amplia bellaquería. Para acogerse a Sagrado, tras perpetrar su oficio de villanos. Para habitar ese Patio de Monipodio nacional donde se reúnen a la búsqueda compulsiva del lucro y el señorío. Pícaros que han tornado en indigencia la astucia vital del Lazarillo, que se mofan de las picardías de Rinconete y Cortadillo, que dejan en pañales los trapicheos de Guzmán de Alfarache. Maestros de la hipérbole lingüística para no decir nada, de la altanería verbal para no expresar ningún concepto. Altos representantes de la infamia, artífices del escombro y la cochambre en sesión continua. Hábiles, tan solo en el plectro de su bífida lengua, en la retórica de la ignorancia y la glosa de la iniquidad. Encastillados en sus Reinos de Taifas, descargan su oratoria acéfala y sectaria con ponzoña de áspid.

Hablan sin decirnos, oyen sin escucharnos, miran sin vernos. Sus señeros objetivos son la soldada, el engaño mediante su verbo tunante y la golfería procaz . Obscenamente amorrados al ávido bolsillo. Medrar es su último horizonte y la haraganería su bandera. Inquisidores que eliminaron del diccionario la verdad, la honradez, la moral y la ética. Avezados en el ardid del pellizco y la mordida. Mentores en nepotismo y en la clientela procaz de allegados, familiares y parroquianos varios. Versados en el baldón y amancebados con el fango, se aferran a la mamela con la intensidad que les produce el ansía viva. Para que no se les esfume el alimento nutricial. Para no regresar a la nada y al olvido ancestral de donde proceden la mayoría. No nos lo merecemos…