Rajoy y Cospedal: crónica de un desencuentro
Por Juan Pedro Mora , 16 febrero, 2014
Desde el mismo día en que el recién nombrado presidente Mariano Rajoy eligió a los ministros de su gabinete de gobierno quedó patente su intención de generar un sistema de poder que juegue a su favor, basado en equilibrios y contrapesos que permitan reducir dependencias excesivas hacia su persona.
Volcado en la búsqueda de una fórmula para relanzar una economía ubicada en el abismo, Rajoy decidió omitir una vicepresidencia económica, repartiendo salomónicamente sus funciones entre dos ministros a partir de ese momento endémicamente enfrentados: Luis de Guindos en Economía, y Cristóbal Montoro en Hacienda. Al mismo tiempo convirtió a una persona de su total confianza, Soraya Sáenz de Santamaría, en su mano derecha política, mientras delegó en María Dolores de Cospedal el pilotaje de la nave del Partido Popular, al que no podría prestar excesiva atención durante los siguientes cuatro años. El último episodio acaecido esta semana ha supuesto un hito más en el camino de equilibrios y desequilibrios transitado por Rajoy desde que es presidente de Gobierno.
Tras las elecciones autonómicas, la dimisión de Javier Arenas como presidente del PP andaluz después que Partido Socialista e Izquierda Unida suscribieran un acuerdo de gobierno, trajo consigo la cesión de poder a José Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla. Sin embargo, la voluntad de Zoido de dedicarse exclusivamente a su ciudad hizo que Cospedal buscara un nuevo inquilino para este puesto.
La Secretaria General pactó con los presidentes provinciales de Andalucía un candidato de consenso, y supuestamente lo consiguió, a pesar de la oposición de los presidentes de Málaga y Cádiz. El designado fue José Luis Sanz, alcalde del municipio sevillano de Tomares. La iniciativa de Cospedal no fue tomada con agrado por Rajoy, quien se encontró con un aspirante sobre cuya idoneidad nadie le había consultado.
El pasado martes un jarro de agua fría cayó sobre Cospedal cuando, minutos antes de partir hacia Turquía, Rajoy le encargó la desagradable misión de llamar, no a José Luis Sanz, sino a Juan Manuel Moreno, para darle su apoyo para el puesto andaluz. Irritada, Cospedal cedió la tarea a Carlos Floriano, quien se encargó de contactar con él. Durante el resto de la semana, la Secretaria General no se puso en contacto con Juan Manuel Moreno.
La castellano – manchega, autorizada siempre por su jefe para dirigir el partido a su antojo, minusvaloró la capacidad de maniobra de Rajoy, olvidando por un momento que el Partido Popular es una formación presidencialista, donde la última palabra siempre la tiene el líder. Vencían así las tesis de Soraya Sáenz de Santamaría y Javier Arenas, quienes desde el principio apoyaron a un relativamente desconocido Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, llamado Juan Manuel Moreno.
Cospedal puede tener razones para sentirse decepcionada con su jefe de partido, más si tenemos en cuenta que ha sido ella quien ha dado la cara en los momentos más difíciles, como cuando se difundieron los “papeles de Bárcenas”, cuando con su presencia en los medios ayudó a alejar el cataclismo al que se asomó el partido de centroderecha, y cuyas consecuencias están aún por ver. A favor de Rajoy se encontraría su vital apoyo a Cospedal cuando figuras internas de su partido forzaban a Cospedal día sí día también a que renunciara a la Secretaria del partido para evitar duplicidades en su cargo como presidenta en Castilla – La Mancha.
Soraya Sáenz de Santamaría y su entorno han salido victoriosos en esta nueva batalla de la lucha de poderes dentro del PP. Cospedal vela armas a la espera de que la Justicia desvele nuevas informaciones acerca de la estrecha relación que Arenas mantenía con Bárcenas. ¿Cuál será el siguiente capítulo?
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