Remember, de Atom Egoyan
Por José Luis Muñoz , 11 marzo, 2016
Remember, y no sólo por el título (Recuerda) sabe a Alfred Hitchcock. El armenio nacionalizado canadiense Atom Egoyan, cineasta con películas tan inquietantes como la sensual Exótica, reivindicativas del genocidio sufrido por su pueblo como Ararat o la dolorosa El dulce porvenir, se saca con este film la espina que tenía clavada con las lamentables Chloe y Cautivos.
Remember, y ahí reside su originalidad, es un trhiller de geriátrico con actores octogenarios que interpretan a nonagenarios. Zev Guttman (Christopher Plummer), un judío superviviente del Holocausto aquejado de alzheimer, cumple la promesa, cuando fallece su esposa, de buscar a Rudy Kurlander, el criminal de guerra nazi que fue el verdugo de su familia. Como el anciano pierde constantemente la memoria, deberá llevar consigo una carta con instrucciones puntuales que un compañero de tormento y geriátrico, el impedido Max Rosenberg (Martin Landau), ha escrito para localizar al verdugo y vengarse de los suyos.
Atom Egoyan adopta en este drama el punto de vista del tembloroso, frágil y desmemoriado protagonista en esta road movie que lo lleva a uno y otro lado de la frontera de Canadá con Estados Unidos y a localizar a cada uno de los Rudy Kurlander (uno de ellos el actor alemán Bruno Ganz) hasta llegar al presumible asesino (Jürgen Prochnow).
La originalidad de la trama (una película de acción protagonizada por un anciano desmemoriado puede parecer un oxímoron) se beneficia de un excepcional actor, Christopher Plummer, que interpreta con convicción a su personaje en cada uno de sus temblorosos ires y venires. Lejos del personaje de Burt Lancaster de Atlantic City de Louis Malle, que mataba para sentirse hombre, al Zev Guttman de Remember le mueve un instinto de venganza aplazado tanto en el tiempo que quizá ya no resulte muy creíble.
Finalmente Atom Egoyan está más atento a los desvaríos de memoria, como el Memento de Christopher Nolan, y a que el espectador peche con ellos, que a realizar un drama de altura sobre el crimen de crímenes y el sinvivir de los sobrevivientes de esa tragedia humana que no tiene parangón histórico. Cobra más importancia la enfermedad degenerativa del protagonista, y sus vicisitudes para encontrar a su verdugo para convertirlo en víctima de una venganza aplazada—el encuentro con el sheriff nazi John Kurlander (Dean Norris), por ejemplo, ante el que simula ser un oficial de Auschwitz para ganarse su confianza, hablar de su difunto padre y descubrir sus tesoros de guerra—que el trasfondo del Holocausto que lleva a ese personaje a esa tardío itinerario buscando una redención a través de la venganza.
La pirueta final de Atom Egoyan hace que la película derive, in extremis, hacia un drama de identidades en el cual nadie es lo que aparenta y hasta cree ser. No es una gran película Remember, le falta emoción y tensión dramática, pero no se suma a la lista de desvaríos a los que últimamente nos tiene acostumbrado este otrora interesante director nacido en El Cairo.
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