REPÚBLICA CATALANA 3.0
Por Octavi Franch , 24 enero, 2016
Todo lo que está sucediendo últimamente en el panorama político, tanto catalán como español, me recuerda los dos últimos intentos de proclamar una República Catalana soberana, alejada de España.
La primera vez fue en 1641, cuando el presidente de la Generalitat, Pau Claris, prefirió formar parte de Francia que de España, como siempre ha predicado el famoso refrán sobre el Timbaler (Tamborilero) del Bruc.
Y la segunda vez, todavía muy fresca en la memoria de nuestros progenitores, en 1931 (es decir casi 300 años después de la primera vez) cuando el presidente Macià volvió a proclamar la República Catalana en el balcón de la plaza de Sant Jaume, aunque unos días más tarde los republicanos españoles terminaron negociando con el Avi (Abuelo) para que, todos juntos, formaran la nueva República Ibérica.
Cincuenta años más tarde, ya estamos otra vez. En primer lugar, ha sido necesario que ERC volviera a gobernar. En segundo lugar, que el Presidente de nuestra nación fuera alguien que no estaba previsto que ocupara el cargo. Y en tercero, los españoles, otra vez republicanos federales, intenten volver a convencernos de que juntos, pero no revueltos, todos salimos ganando.
Lo que más gracia me hace es que los españoles mueven ficha, a la desesperada, cuando nosotros ya la hemos movido. Siempre vamos unas cuantas casillas adelante en el juego democrático. Aprovechando las modas bipartita o tripartita del sur de Europa (Grecia, Portugal), España ha decidido que lo mejor es formar un gobierno PSOE-Podemos-IU (todavía no entiendo por qué necesitan a los dos diputados de los ex-comunistas, porque no les darán ningún ministerio con tan poco poder en el Congreso) y así poder reformar la Constitución para que el Estado Español se convierta, de una vez por todos, en plurinacional a todos los efectos y se constituya como República en un futuro inminente.
Si todo esto hubiera ocurrido hace tan sólo 20 años, el pánico a un nuevo golpe de estado habría comenzado a planear sobre la Península Ibérica, pero la verdad es que cuesta mucho imaginar que hoy en día esto pudiera ocurrir.
Ahora el dilema es para nuestros gobernantes, los que acaban de ocupar el poder para dirimir el futuro más inmediato de nuestro país. Confío en que no se volverán a dejar engañar, dado que las dos experiencias anteriores resultaron del todo infructuosas para nuestro destino como nación.
Octavi Franch
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