El rey Arturo: la leyenda de la espada, de Guy Ritchie (2017)
Por Irene Zoe Alameda , 11 agosto, 2017
Póster de ‘El rey Arturo: la leyenda de la espada’, de Guy Ritchie.
La fecha en la que su distribuidora, Warner Bros, ha elegido traer el El rey Arturo: la leyenda de la espada a España es un indicador de las pocas esperanzas depositadas en la película. Estrenada en mayo en los EE UU, su recaudación mundial está muy lejos de acercarse a su desproporcionado presupuesto.
No es Guy Ritchie un retratista de personajes, tampoco de sinuisidades narrativas. Lo suyo es la acción gamberra y la comedia post-machista, aquella que se ríe de la virilidad al tiempo que la ensalza. Si bien en sus dos atractivas entregas de Sherlock Holmes abundó en el uso de los efectos digitales, lo hizo sin errar, puesto que al fin y al cabo el género en el que nadaba era el cómic cinematográfico.
Desgraciadamente, en esta ocasión la cinta –embotada de fondos generados por ordenador- se le va de la manos. Los cuatro guionistas a los que recurrió el director –también coguionista- añaden más y más meandros folklóricos y caprichos fantásticos a la mitología artúrica, hasta el punto que apenas se reconoce el propósito inicial de contar la leyenda de la espada y del futuro rey. En la diatriba entre dotar de más peso al hilo argumental o al retrato psicológico, oscila torpemente sobre una estructura ramplona, que se vuelve risible cuando se deslizan reflexiones simplistas sobre la historia política reciente.
Por otra parte, ni siquiera las escenas bélicas, editadas bajo su clásico “quick jump cut” tienen nada de original… Al menos Ritchie podría haber ensalzado a Charlie Hunnam como su nuevo actor fetiche –es sexy, con grandes dotes dramáticas, y le envuelve el aura pícara y testosteronizada de los personajes más memorables de su filmografía-. Sin embargo (¿se estará haciendo viejo? ¿miedo a repetirse?) renuncia a explotar la vis cómica de su actor y, tras unas primeras secuencias juguetonas – aunque recatadas-, pierde el tono y se termina decantando con poca convicción por una especie de tributo solemne a la leyenda británica.
Aparte del citado Hunnam, participan en el reparto Jude Law, Eric Bana, Djimon Hounsou y la española Astrid Bergès-Frisbey –ella sí hace un papel original-, y hasta David Beckam hace un cameo. Pero ni con esos nombres levanta el vuelo una película demasiado larga, aburrida e incluso en ocasiones algo irritante.
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