Ruido de tricornios
Por José Luis Muñoz , 29 mayo, 2020
Para mí la noticia no ha sido que hayan destituido de su cargo a Diego Pérez de los (¡Qué manía tienen algunos con aristocratizar sus apellidos a base de preposición seguida de artículo!) Cobos sino que dicho coronel de la Guardia Civil ostentara un puesto de responsabilidad en Madrid bajo el gobierno de Pedro Sánchez.
Podemos pasar por alto, como locura de juventud, que se presentara como voluntario para ponerse a las órdenes de un teniente coronel del cuerpo, Antonio Tejero, durante el 23 F, que hiciera campaña contra la Constitución y que vistiera camisa azul: eso queda ya muy lejos. Lo que sí queda muy cerca, y en Cataluña se le recuerda, es su desastrosa gestión durante el 1 de octubre de 2017, en donde era un mandado que se metió en un berenjenal del que tardó horas en salir (tan nefastas fueron las actuaciones de las fuerzas del orden comandadas por el coronel esa mañana para impedir una consulta sin ninguna validez jurídica que, a las pocas horas, desistieron de su actitud represiva y dejaron que siguiere adelante). Incomprensiblemente fue condecorado por esa cadena de desatinos que forjó la épica del independentismo catalán, les hizo la película (las imágenes hablan por sí solas), y mantuvo, como testigo en el juicio al Procés, que Trapero era uña y carne de los sediciosos cuando todo el mundo que conoce al Mayor sabe sus nulas simpatías hacia el independentismo.
Con semejantes antecedentes, ya digo, la noticia para mí es que el actual ministro del Interior no lo hubiera depurado ya al llegar al ministerio y sustituido por alguien más solvente dentro del cuerpo armado. Sin duda Grande Marlaska es torpe (no era el mejor día para anunciar una subida salarial: el ministro no entiende de tiempos) y pusilánime cuando dice que ha cesado a Pérez de los Cobos por falta de confianza, eufemismo bajo el que se encuentra un informe de la Guardia Civil ad hoc con datos falsos, perfectamente comprobables (entre otras cosas que la OMS declaró la pandemia del Covid 19 en enero cuando fue el 11 de marzo), para culpabilizar al gobierno de la expansión de la enfermedad por autorizar y fomentar las manifestaciones feministas del 8 M.
Esto llega cuando en el Congreso de los Diputados en vez de parlamentarismo se esgrimen navajas y cuando Cayetana Álvarez de Toledo, que sí, es marquesa, a mucha honra suya, llama al vicepresidente segundo del gobierno hijo de terrorista, entre otras muchas lindezas. A ese nivel hemos llegado cuando entramos dentro de ese luto nacional que desde el principio demandaban VOX, PP y Ciudadanos, a ese respeto a los muertos que unos lanzan contra otros como mera mercancía política. Somos una vergonzosa excepción europea.
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