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Sabed, periodistas, que escribir no es pintar

Por Eduardo Zeind Palafox , 29 septiembre, 2014

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Quedó ayer mi recámara saturada de medievalismo debido a la sostenida lectura que hice de libros antiguos, ya de Vitrubio y de sendos arquitectos y canteros, ya de trovadores del jaez de Guido Cavalcanti y de otros bien estudiados por Ezra Pound, poeta al que no entiendo y que nada me inspira. En ese ambiente, que para cualquiera sería vetusto, me resultó imposible leer los periódicos, llenos de lenguaje fresco, moderno, es decir, vulgar.

¿No se “empapan” los periodistas del humor y sensibilidad de los autores a los que leen, que serán autores clásicos que enseñan a no prevaricar contra el buen lenguaje? ¿Qué autores leerán los escritores que escriben para “Babelia”, para “Letras Libres”, para “El país”, para el “ABC”, etcétera? ¿Leerán?

Los hechos, dicen los antropomorfistas, “hablan”, y el periodista, con más intención perifrástica que exegética, repite lo que ve o lo que cree ver. ¡Bien haría el periodista moderno conociendo qué es la epistemología! ¿Qué es? García Morente explica que es lo que relaciona al observador con lo observado, el interés, lo que hay “entre” el mundo y nosotros.

Lo que es interesante para una sociedad puede lucubrarse, aunque es labor casi de latinistas, estudiando su lenguaje, hecho de centón, de  alegorías y ciencias, y además sus escenas cotidianas, que jamás quedan hechas imágenes, y sus pinturas y costumbres, mejor conocidas como representaciones. Pero el periodista culto, leído, larriano, sería sociólogo y lingüista, un desmitificador que andaría diciendo en las páginas de aquí y en las portadas de allá justamente lo que el vulgo no quiere oír. ¿Qué periódico podrá flotar cargándose de improperios de proletarios que pensaban eran parte de la alta burguesía?

Tal accionar provocaría que el periodismo, de ser encuadernado, de trocarse en tomos, no fuese el corriente vademécum que es, librejo disperso sólo útil para enterarse de las frivolidades que en el mundo tienen lugar. Los periodistas del día, así lo siento, buscan decir cosas nuevas buscando tragedias y comedias mundanas nunca imaginadas, creyendo que en ellas está la panacea para ser originales, u orígenes de una tendencia, escuela o moda.

El periodismo, pienso, no es fuente de información veraz, sino de intuiciones nuevas, como la pintura y la música. Escribir es formular intuiciones, alinear impresiones. La poesía, que para los renacentistas era pintura, es el periodismo eterno. Nos enteramos de la alta filosofía de Grecia por Aristóteles y por Homero, pero no de lo que acaecía en la cabeza de la gente que deambulaba por sus plazas, información que sí brinda su pintura y su música.

¿Por qué la pintura es más realista que la letra, según la división de las artes dada por Schelling? Porque pintar es contradecir al “sentido común”, costal de prejuicios y refranes incapaces de palpar realidades.

Lope, Balzac, Cervantes, Shakespeare, Zola, hicieron sus obras con argumentos vulgares, comunes, de amor y de odio, de venganza y de celos,  esto es, dieron al habla y a la escritura popular una nueva forma. ¿Olvidáis que la materia se hizo para los sentidos, para los ojos y tacto y olfato, y que la forma para el entendimiento, según explica Kant?

La literatura, exceptuando a la real poesía, es artefacto idealista porque se dirige al entendimiento y la pintura realista porque habla a los sentidos. El amor en la obra de Shakespeare o de Cervantes es un amor universal, que hay por doquier, mientras que el trazado por los pintores magníficos describe épocas precisas, lugares precisos, vestidos precisos, gestos precisos.

Sabido esto, o no sabido, el periodista, que escribe sin ser poeta, que escribe como cualquiera, porfía queriendo propalar pintando lo que no puede.

Fray Luis de Granada, preceptista clásico, entiende que hay tres tipos de tonos para escribir, el “grave”, el “mediano” y el “endeble”. Imposible es describir o narrar sucesos graves, de la alta política, con lenguaje endeble o mediocre, e imprudencia parece la grandilocuencia cuando se usa para testimoniar bagatelas.

Quien intenta con términos vulgares e indoctos describir una ingente batalla internacional termina trasnochando su interés y prefiriendo entrevistar al soldado de últimas filas que mirar de frente el intercambio de metales y discursos. Todo soldado, es más que obvio, al parlar sobre la batalla en la que ha perdido miembros y sueños vomita su lírica, la cual engaña al periodista que piensa que ha encontrado novedad en la eterna guerra porque ha escuchado gemidos, suspiros y quejas.

Escribir artículos periodísticos no es pintar, sino comprender lejanas causas, cotejar hechos similares, interpretar filosóficamente y dar forma al desorden de los fenómenos. Nuestro Fígaro, maestro del oficio de marras, dijo: “El ingenio no consiste en decir cosas nuevas, maravillosas y nunca oídas, sino en eternizar, en formular las verdades más sabidas”.

Profesor Edvard Zeind Palafox

http://donpalafox.blogspot.mx/


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