Se escribe «futuro», se pronuncia «Saúl»
Por Carlos Carrascoso , 26 septiembre, 2014
Saúl Ñíguez Esclápez (Elche, 21 de noviembre de 1994). Así se pronuncia «futuro» en el Atlético de Madrid. Conocido futbolísticamente como Saúl, está llamado a ser la referencia del conjunto colchonero en los años venideros.
Se trata del benjamín de una estirpe de futbolistas. El joven ilicitano es el menor de tres hermanos futbolistas (Aarón, actualmente en el Elche, y Jonathan, en el Rio Ave portugués) e hijo de futbolista («Boria», exdelantero del Elche).
Este año ha conseguido asentarse en el primer equipo, pero sus comienzos no fueron fáciles. Ya sabemos que triunfar en el fútbol es muy difícil y más aún siendo canterano, salvo que tenga a un entrenador valiente como valedor. En la temporada 2012-2013 disputó sus primeros minutos en la Liga BBVA y en la Europa League. No fueron suficientes para consolidarse en la plantilla y alternó las convocatorias con el Atlético de Madrid «B». En cualquier caso, mostró buenas maneras con el balón en los pies.
Simeone contaba con él para la temporada 2013-2014, sin embargo, el fichaje de Leo Baptistao obligó a que se marchara cedido al Rayo Vallecano. En estos equipos es donde se curten los jugadores. Paco Jémez le otorgó toda su confianza, a cambio modificó su posición de mediocampista por la de central. Lo convirtió en el canalizador del juego de toque del equipo, en el responsable de la salida del balón desde atrás. Este atrevido juego supuso algún disgusto para los aficionados rayistas, pero finalmente permitió al conjunto franjirrojo mantener la categoría. Su juego no pasó desapercibido y más de un día se dejaron ver ojeadores de la Premier League por el palco de Vallecas.
Saúl realiza una entrada vistiendo la camiseta del Rayo Vallecano.
Su capacidad para canalizar el juego llamó la atención del cuerpo técnico del Atlético, que este verano impidió su salida. La confianza en él es grande, como lo demuestra su titularidad en el primer encuentro oficial de la temporada. Formó parte del once inicial de Simeone en la ida de la Supercopa de España, nada más y nada menos que en el Santiago Bernabéu. Sus apariciones en los partidos sucesivos habían sido poco más que meramente testimoniales… hasta este martes. En el descanso del partido frente al Almería, Saúl entró en el doble pivote por Mario Suárez para dotar de pulmones frescos al equipo. Sin embargo, todos nos llevamos una grata sorpresa con su labor. No solo aportó físico, sino que se hizo con el timón de la medular. Se ofrecía con osadía, recibía el balón y lo movía con criterio. Cubría el esférico con su envergadura, como pivotes de la talla de Redondo o Vieira. Mostró sus dotes futbolísticas en un momento complicado. El Atleti venía de empatar contra el Celta en el Calderón y el Almería estaba defendiendo con uñas y dientes el empate a cero que lucía en el electrónico. Con su entrada al campo, el Atleti mejoró sustancialmente y fue fundamental en la victoria cosechada en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo.
Saúl protege el balón frente a la presión de un jugador del Almería.
Saúl es, por tanto, un jugador polivalente, capaz de actuar en cualquier posición del centro del campo e incluso en el eje de la defensa. Destaca por su físico incombustible, por su sencillez a la hora de sacar el balón jugado, por su gran criterio de juego y por su valentía. Facultades loables para un jugador que aún no ha cumplido los 20 años. Saúl Ñíguez es el presente y el futuro del Atlético de Madrid.
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