Secesión
Por José Luis Muñoz , 10 noviembre, 2015
Sobre lo que se está produciendo en Catalunya he de decir que sorprende a propios y extraños. Todo el mundo sabe, y lo saben más que nadie los independentistas, o secesionistas, que para que una nación sea viable, la República Catalana vitoreada por la eufórica presidenta del Parlament, hace falta, por lo menos, que el 60% de la población esté de acuerdo con la secesión. Eso, ni de lejos es así.
Los independentistas, o secesionistas, saben que una República Catalana, tal como se está planteando, no va a tener el reconocimiento de nadie. A Artur Mas, cuando ha ido a explicar su proyecto de país independiente por Europa, nadie lo ha recibido. A lo más que aspiran, y eso es una confesión propia de los secesionistas, es a tener un puesto en la UNESCO, y veremos.
Así es que si todos los diputados de Junts Pel Sí, y una parte de los votantes, dejando al margen sus emociones, saben todo esto, a qué se está jugando realmente estos días.
No dudo de la honestidad de la CUP y de ERC, en su inmensa mayoría y en su justo afán por la independencia de Catalunya, un territorio que nunca, a lo largo de la historia, fue nación independiente, pero puede haber, nadie lo pone en duda, sentimientos independentistas inducidos y la prueba es que la mitad del pueblo de Catalunya, o un poco menos, ha apostado por esa opción en la última consulta electoral autonómica que los ganadores han convertido en plebiscitaria. Pero desconfío de esos independentistas de última hora de CDC, un partido con una corrupción sistémica muy similar a la del PP. El 3, el 5 o el 10%, el caso Palau, el padrino Pujol…Desconfío, sobre todo, de Artur Mas que lleva sin gobernar años, empeñado en este proceso secesionista, y que cuando gobernaba aplicó políticas de derechas, recortes y privatizaciones exactamente igual que lo hacía el PP y ahora nos pinta un país idílico regido por la justicia social que nunca fue su bandera. En su afán de seguir liderando Catalunya puede que le veamos abrazar la bandera roja.
Las independencias, a lo largo de la historia, o se consensuan entre las partes implicadas (Chequia y Eslovaquia) o se hacen de una forma traumática (Yugoslavia). Así es que lo que toca ahora es sentarse a hablar, con este gobierno o con el que vendrá, resituar Catalunya en el mapa de España (fiscalidad propia) y pactar un referéndum vinculante, algo a lo que el gobierno central, tozudamente, se ha negado pero ya no se puede negar. Lo demás es un brindis al sol.
Yo las armas las tomo por la bandera roja, no por la cuatribarrada o la rojigualda.
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