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Shary Bobbins y la decadencia de los Simpsons

Por Redacción , 11 febrero, 2014

Por Miguel Andúgar Miñarro

En algún momento, algo empezó a ir mal. Podremos definir la línea, difusa, eso sí, desde la temporada 14 y la 15 de Los Simpsons como el momento en el que la imbecilidad y el disparate se impusieron en la serie sobre cualquier otro tipo de humor -con el comienzo de su decadencia allá por la temporada 12-. El desastrado Homer Simpson pasaba a convertirse en una sombra de sí mismo, y acabó pareciéndose más a Peter Griffin que a sí mismo. Antes era torpe, encantador, disparatado… Ahora es imbécil, desagradable, mezquino…  De los gruñidos de disgusto pasamos paulatinamente a los gritos desquiciados de dolor y a la pérdida paulatina de su oronda humanidad.

Sharry

Homer no es el único que sufre esta transformación. Pese a que las libertades creativas de la serie permiten que quien la mayor parte del tiempo sea una persona inteligente y responsable se convierta en una desencantada y enajenada niña -véase Lisa Simpson-, finalmente los cambios son tantos y tan frecuentes que ni tan siquiera encontramos un fino hilo de persistencia que nos haga mantener nuestro amor por estos personajes: la responsable Marge se convierte en una obsesa del control alternada con personalidad borderline; el hiperactivo Bart en un graciosete gamberro con más afán de hacer daño y ser engañado que otra cosa. Y la mencionada Lisa es activista de lo que sea con tal de poder facilitarnos una risa muy gruesa usando como excusa cualquier tema candente.

Para encontrar la primera vez que vemos a la familia Simpson comportarse como una pandilla de idiotas insistentemente estúpidos hemos de viajar mucho más atrás, a la temporada 8, en una desquiciante parodia de Mary Poppins. Si viajamos a esa temporada encontramos la época dorada de la serie. Poco a poco en sus primeras temporadas fue desprendiéndose de su toque naif y ganando en acidez y crítica política. Su humor conseguía ser descarnado y tierno a un tiempo, y sus temáticas iban desde el creacionismo hasta la situación de la tercera edad en EE.UU., pero muchas de esas situaciones eran extrapolables y por tanto la serie en aquella época ganaba fama internacional.

Entre la tanda de clásicos de esta temporada, encontramos ciertamente una anomalía. Lo extraño siempre se había paseado en los Simpsons en sus  episodios especiales de Halloween: en ellos se suspendía la credibilidad y morían personajes importantes embarcados una vez tras otra en extrañas modificaciones de carácter, impulsados por los homenajes de clásicos del terror y la ciencia-ficción. Sin embargo, es precisamente en el episodio Simpsoncalifragilisticexpiala(Annoyed Grunt)cious, firmado por Mike Reiss y Al Jean, legendarios productores de la serie donde podemos encontrar la semilla de lo que llegó muchos años después. Reiss, el autor de maravillas como Moaning Lisa  o Stark Raving Dad termina su periplo en la serie con esta parodia de Mary Poppins donde más allá del brillo de sus homenajes musicales o las alusiones a la abusiva ley de Copyright supone un disparate en el que todos los personajes se comportan como doppelgänger de sí mismos, egoístas, imbéciles y absolutamente desquiciados.

Para ser justos se trata de un episodio brillante y llamativo, que de haber permanecido como una rara avis podría tener su interés. Pero tras varias temporadas fallidas en las que aquello que en este episodio era una excepción narrativa se convirtió en norma, la aparición de Bobbins en nuestras vidas deja un poso de irritación, considerándolo como un camino que no fue seguido en su momento y que debería haber sido olvidado.

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