Siglos de historia convertidos en lujo
Por Mariano Velasco Escudero , 9 julio, 2014
Real Fuerte de la Concepción, un lujoso hotel sobre una antigua fortaleza salmantina fronteriza en forma de estrella
Testigo de más de trescientos años de historia, muchos de ellos de conflictivos enfrentamientos bélicos debido a su ubicación fronteriza, el Real Fuerte de la Concepción, una fortaleza militar en forma de estrella de ocho puntas construida en tiempos de Felipe IV, rehabilitada por Felipe V y, casi casi convertida en hotel por Felipe VI (fue inaugurado en 2012), ofrece hoy todo su esplendor como establecimiento hotelero de lujo junto a la frontera con Portugal, en la localidad salmantina de Aldea del Obispo, y habiendo sabido conjugar a la perfección la antigüedad que brota de sus ruinosas murallas con la comodidad y buen gusto que irradia de su esmerada reforma interior.
Terraza de la cafetería en el patio de armas
Punto de partida para visitar otras lugares fortificados a ambos lados de la frontera – Ciudad Rodrigo de un lado, Almeida del otro – o para conocer el cercano Parque Natural de los Arribes del Duero, el espacio resulta asimismo ideal para la celebración de eventos, con su ajardinado patio de armas de 3.000 metros cuadrados como excelente paisaje de fondo para bodas o banquetes, o sencillamente como refugio exquisito en el cual dejarse llevar por el paso del tiempo.
Salón en el interior de la suite
Pero dejémonos de tanta tranquilidad y remanso y preparémonos para la heroica batalla. Hagamos primero un poco de historia: allá por 1659, Felipe IV trataba de recupera el perdido trono de Portugal y encomendó el mando de su ejército al Duque de Osuna quien, en un pispás, levantó una fortificación que sirvió de acantonamiento para los ejércitos españoles. Los trabajos comenzaron un 8 de diciembre de 1663, festividad de la Inmaculada Concepción, de ahí el nombre del fuerte. De poco debió de servir, no obstante, el asentamiento, porque las tropas españolas fueron derrotadas y el rey ordenó la demolición del bastión. Entre sus muros semiderruidos resulta fácil dejar volar la imaginación y recrear diálogos entre monarca y gentilhombre:
– Es mi deseo demoler el fuerte que con tanta determinación en su día levantasteis, evitando así que caiga en manos del enemigo.
– Tal se hará si Vuestra Majestad así lo ordena, pero sepa que bien podrían sus dependencias ser aprovechadas para algún día levantar de sus ruinas, si la hacienda lo permite, confortable hospedería en estos singulares parajes.
Y así acabó siendo, pero no vayamos tan deprisa, dejemos la ficción a un lado y volvamos a la historia: el fuerte volvió a ser reconstruido bajo el reinado de Felipe V, el primer Borbón, en cuyo honor el salmantino Manuel de Lara Churriguera, de la familia que dio nombre al estilo churrigueresco, decoró la entrada principal con el escudo que todavía luce hoy en todo su esplendor. Sobre él llama la atención el espacio en su día ocupado por un reloj que, según cuentan, ha ido pasando de mano en mano de portugueses a españoles y de españoles a portugueses – que si yo te lo robo a ti, gracias, que si tu me lo robas a mi, obrigado – y que vete tú a saber dónde anda a estas alturas.
Entrada principal, con el escudo y restos del reloj
Con una llamativa planta en forma de estrella de ocho puntas a la manera en que se construían muchas de las fortalezas militares de entonces, según el llamado estilo Vaubam (la cercana Almeida es otro magnífico ejemplo de ello), el Real Fuerte de la Concepción se alzaba en una ubicación privilegiada, en lo alto de un cerro y escavado de manera que no fuera visible desde la cercanía, protegido su amplio patio amurallado por cuatro baluartes y cuatro revellines que le confieren la forma abaluartada tan característica de las fortalezas de la época.
Vista aérea de la fortaleza en forma de estrella de ocho puntas
Rodeado todo el recinto de un foso para su mayor seguridad y aislamiento, la puerta principal, a la que se accede por un puente, comunica con el patio de armas a través de un magnífico pasillo abovedado, a cuya izquierda permanecen los restos de la escalera que daba acceso a las dependencias del Gobernador del fuerte. Bayonetas, fusiles y alabardas “decoran” el cuerpo de guardia a la espera de quién sabe qué nuevas y sangrientas batallas.
Cuerpo de guardia
A los lados del amplio patio de armas, el hotel cuenta hoy con un distinguido restaurante y con 26 amplias suites abovedadas con dormitorio, baño, vestidor y salón independiente a las que se accede directamente desde el jardín, con una decoración exquisita y austera en la que predomina el blanco sobre los restos de la antigua piedra.
Dormitorio de la suite
Y sobre el lado oeste parecerá que nos observa y nos da la bienvenida la fachada semiderruida de la antigua capilla, una pequeña joya de la que procede la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, que tras el abandono del fuerte se refugió nada más y nada menos que en la cercana catedral de Ciudad Rodrigo.
– Que la Virgen de la Concepción proteja al soldado en la cruenta batalla.
– Y que los muros de la catedral de Ciudad Rodrigo protejan la imagen de Nuestra Señora del expolio.
La fachada de la antigua capilla parece observar, ojos y boca abiertos, al viajero
Uno de los revellines del fuerte, el que hoy se utiliza como recepción del hotel, guarda entre sus secretos una misteriosa cavidad que, según se cree, es muy posible tuvieran también los otros tres salientes, y que bien pudiera haber sido utilizado como “pozo de escucha”. Una vez más, se hace necesario recurrir a la ficción y escuchar al Gobernador del fuerte ordenando a sus tropas montar guardia:
– Tomen la vela para escuchar y desciendan al pozo, soldados.
– Será para ver.
– Digo bien para escuchar. Cualquier movimiento de caballerías o de artillería en tierras cercanas será percibido por la vibración de la llama en la profundidad del pozo. Desconfíen de sus oídos, soldados.
– ¿Cómo ha dicho?
– ¡Que desconfíen de sus oídos!
Y es que, como bien queda demostrado, el buen Gobernador siempre lleva la razón. No obstante, parece estar documentado que durante esta época el fuerte no llegó a sufrir los embates de caballería ni artillería algunas. Fue a partir de 1808, en plena Guerra de la Independencia, cuando el Real Fuerte de la Concepción tuvo su papel más destacado durante las Guerras Napoleónicas, hasta que en 1810 las tropas británicas, en retirada, vuelan una vez más la fortaleza.
¡Puuuuuuuuuuuuum!
– ¡Señor, las casamatas que albergan la tropa han sufrido numerosos daños, y el polvorín ha quedado prácticamente destruido!
– Algún día, créame, las primeras serán reconvertidas en cómodos aposentos, posada para peregrinos o almas deseosas de reposo; y de entre las ruinas del segundo surgirá opulento refectorio en el que degustar excelentes viandas.
El derruido polvorín alberga hoy la cafetería del hotel
Tras décadas de abandono, el fuerte cae en el más absoluto olvido y es utilizado como cobijo de ganado, cultivo de champiñones o incluso – y esto ya no es ficción – como cantera, hasta el punto de que cuentan que gran parte de las casas de la localidad de Aldea del Obispo poseen hoy piedras procedentes de sus muros. Declarado Bien de Interés Cultural en 1992, el fuerte empezó a experimentar una intensa rehabilitación en 2006 para ser convertido – ya lo venían anunciando nuestros personajes – en un lujoso hotel de cuatro estrellas, que acoge entre sus hoy cómodas instalaciones a los otrora belicosos españoles, franceses, británicos y portugueses por igual, así como a todo aquel viajero que busque refugio en esta sorprendente estrella de ocho puntas para dejar que siga pasando, ahora mansa y delicadamente, la historia.
Vista del patio de armas desde la capilla
Real Hotel Fuerte de la Concepción
Avda. Portugal, s/n
37488 Aldea del Obispo
Salamanca
www.fuertedelaconcepcion.es
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