Heinrich Heine fue uno de los poetas clave en el romanticismo alemán. Nació en Düsseldorf en el seno de una familia de comerciantes y trabajó para su tío Salomón uno de los banqueros más ricos de Frankfurt que ejerció de mecenas de su sobrino aunque siempre dijo aquello de: «Si Heinrich hubiese aprendido algo bueno, no tendría que escribir libros».
El poeta alemán escribió unos versos muy conocidos bajo el título Vieja historia que traducidos al español serían más o menos como sigue:
Un joven ama a una chica,
ella ha elegido a otro;
el otro ama a otra
y se ha casado con esa.
La joven se casa por despecho
con el primer hombre
que ella se cruza en el camino,
el joven está hecho polvo.
Es una vieja historia
que siempre permanece nueva
y a quien esto le pasa
le rompe el corazón en dos.
La mayor historia de amor o de desamor según del lado que se mire es la de Isabel de Baviera, que pasaría a la historia como Sissí emperatriz. Isabel nació en Múnich en 1837 en la Leopoldstrasse no lejos del palacio real de Baviera. Era duquesa de Baviera por nacimiento y tenía tratamiento de Alteza Real como hija del duque Maximiliano y de la Princesa Real Ludovica de Baviera, hija a su vez del Rey Maximiliano I de Baviera.
Sissí pasó su infancia lejos de la corte bávara en la zona del lago de Stanberg disfrutando del entorno mágico del castillo de Possenhofen. Cuando tenía 15 años fue a acompañar a su madre y su hermana mayor Elena, a la residencia de verano de la Familia Real Austríaca en Bad Ischl. Allí todo estaba preparado por su tía Sofía archiduquesa de Austria para que su hijo de 23 años y Emperador de Austria, Francisco José I, se fijara en Elena y la eligiera como esposa. El destino hizo que en su lugar se enamorara perdidamente de Isabel y se prometiera con ella unos días después. Un año más tarde de su primer encuentro se casaron en la Iglesia de los agustinos de Viena.
Sissí acababa de convertirse en Emperatriz con todo lo que esto conllevaba. Por si fuera poco su hermana Elena se enfadó con ella por robarle a su prometido y Sissí no era feliz. Años más tarde declararía que el amor era un negocio en el cual una niña de 15 años puede ser vendida como un objeto cualquiera. La corte Imperial era muy estricta y estaba controlada por su suegra la archiduquesa Sofía.
El matrimonio tuvo 4 hijos. La mayor de ellos; Sofía falleció a los dos años de tifus cuando viajaba con su madre y su hermana Gisela rumbo a Hungría. La archiduquesa Sofía, abuela de las niñas decretó que la Emperatriz Sissí no se encargara de criar a sus hijos, hecho que convirtió a Isabel en una persona solitaria que disfrutaba del tiempo montando a caballo y viajando por tierras húngaras, escapando siempre que se le permitía de la corte en Viena. En 1858 nació Rodolfo, el heredero que fue apartado de su madre desde el día de su nacimiento. Diez años más tarde daría a luz a María Valeria la única hija a la que pudo cuidar sin oposición de su suegra.
Sissí fue el modelo a seguir en su época, era hermosa, rebelde, culta e inteligente y para conservar su imagen se cuidaba siguiendo una estricta dieta compuesta de pescado hervido, fruta y jugo de carne exprimida. Además se hizo instalar una especie de gimnasio en casa formado por anillas donde practicaba deporte sin que nadie la viera. Cada día paseaba durante ocho horas así que algunas de sus damas de compañía se las veían y se las deseaban para mantener el ritmo. Cuando cumplió 35 años no quiso que nadie hiciera fotografías suyas ni la retratara así que no salía de palacio sin su velo azul, una sombrilla y su gran abanico de cuero negro tras el que esconderse.
La emperatriz viajaba siempre, nunca permanecía más de dos semanas en el mismo lugar y evitaba en todo lo posible estar en la corte imperial en Viena donde padecía trastornos psicosomáticos como dolores de cabeza, naúseas y depresión nerviosa. Durante sus viajes disfrutó de la literatura especialmente de las obras de Shakespeare y de su poeta preferido Heinrich Heine, el mismo Heine que nos dejó esa vieja historia amorosa con la que empieza esta columna.
En 1889 su hijo el Príncipe Rodolfo heredero al trono se suicidió a los 30 años en compañía de su joven amante de 17 la baronesa Vetsera. No está muy claro si fallecieron por voluntad propia o se trató de un complot para desestabilizar al Imperio Austro-Húngaro antes de que la primera guerra mundial lo hiciera saltar en pedazos.
Desde ese momento Sissí abandona definitivamente Viena. El 10 de septiembre de 1898 mientras paseaba a orillas del Lago Lemán en Ginebra fue atacada por el anarquista italiano Luigi Lucheni que fingió tropezar con ella y su dama de compañía para clavar un fino estilete en el corazón de la Emperatriz. Sólo cuando embarcaron para regresar Isabel empezó a encontrarse mal y cuando su dama abrió el vestido de la Emperatriz para que respirase vio una pequeña mancha de sangre sobre su pecho. Fue mala suerte, Lucheni planeaba un atentado contra un príncipe francés pero cuando supo por los periódicos que éste había cancelado su visita y que la Emperatriz de Austria estaba allí decidió que igualmente servían uno que otra para conseguir hacerse notar. Sissí fue enterrada en la Cripta Imperial en la iglesia de los capuchinos de Viena cerca de su hijo el Príncipe Rodolfo y años más tarde se les uniría su marido Francisco José I.
Hay quienes ven en Sissí la historia de un amor de cuento, otros no lo creen aunque no llegan tan lejos como Visconti en su Luis II donde Isabel está enamorada de su primo Luis II de Baviera. Existe una extensa filmografía sobre Sissí para quienes busquen más información pero podríamos concluir con un poema del poeta austríaco Erich Fried sobre el amor titulado: ¿Qué es?
Es una tontería
Dice la razón
Es lo que es
Dice el amor
Es una desgracia
Dice el cálculo
No es nada sino dolor
Dice el temor
No tiene perspectivas
Dice el entendimiento
Es lo que es
Dice el amor
Es ridículo
Dice el orgullo
Es insensato
Dice la precaución
Es imposible
Dice la experiencia
Es lo que es
Dice el amor.
2 Respuestas a Sissí emperatriz, la más grande historia de (des)amor