Sobran los motivos
Por Agustín Ramírez , 2 julio, 2014
La distancia que siente la ciudadanía entre sus problemas reales y cotidianos, y el desdén que recibe desde el gobierno sobre ese sentimiento, en mi opinión obliga a que debería de haber una candidatura, lo más amplia posible, para empezar a regenerar este país con propuestas concretas, claras, posibles y que hagan llegar al ciudadano el sentimiento de que ahora sí es posible, no solo alejarles del gobierno, sino, además, hacer unas políticas que ilusionen, porque se entienden y afectan a los problemas cotidianos.
Sobran los motivos para alejar del gobierno a quienes, de manera contumaz, se empeñan en considerar lo público como un cortijo del que son dueños, como una fuente inagotable de negocio para rentabilizarlo económicamente en el mercado.
Sobran los motivos para alejar del gobierno a quienes se empeñan en destrozar el estado del bienestar en cualquiera de sus esferas: sanidad, educación, dependencia, memoria histórica, derechos de la mujer, derechos cívicos, pensionistas.
Sobran los motivos para alejar del gobierno a quienes consienten los paraísos fiscales, el fraude fiscal; a quienes legislan a favor de que los impuestos se recauden más por la vía del impuesto indirecto que por la vía del impuesto directo vinculado con el nivel de renta; a quienes permiten que las grandes empresas paguen un impuesto de sociedades ridículo; a quienes han permitido que las rentas del trabajo paguen más que las rentas del capital; en definitiva, a quienes hacen y defienden una política económica que solo fomenta el incremento de la desigualdad social.
Sobran los motivos para alejar del poder político a todos aquellos que no se opongan de manera radical y efectiva a terminar con los privilegios en la vida pública: sueldos, dietas, planes de pensiones; así como que se opusieran a unas retribuciones salariales y ordenadas de modo y manera que la autonomía de un órgano público –empresa, ayuntamiento, comunidad autónoma, órganos de control, etc.- no signifique que los sueldos son un disparate tal que permita que un alcalde cobre dos veces más que un presidente de gobierno y otras lindezas semejantes.
Sobran los motivos para alejar del poder político a quienes no luchen de una manera efectiva contra la corrupción –económica y política- y no apoyen medidas eficaces que permitan que la justicia sea más rápida y más justa, y que no se sienta aquello de que “rico seas para no pisar la cárcel que si pobre eres no tendrás escapatoria, a poco que te deslices”.
Sobran los motivos para que la transparencia en la vida pública sea un ejemplo y no un deseo, comenzando por quienes reclaman estos cambios; partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales, ellos deberían ser el primer espejo donde poder mirar para creer en que otro mundo, otra sociedad es posible; para conseguir esto, sobran los motivos.
Pero si lo que queremos es el oscurantismo de, por ejemplo, la Casa Real, el Congreso y el Senado, el Tribunal de Cuentas y órganos semejantes, las organizaciones patronales, la falta de control y revisión de los receptores del dinero público; para todo lo anterior y más, también sobran los motivos: renuncien a su condición de ciudadanos y acepten su condición de súbditos serviles.
Y por supuesto, sobran los motivos para traer otra vez aquí las palabras que Manuel Azaña escribe a Indalecio Prieto sobre la necesidad de volver a la táctica de alianzas: “No creo ser indiscreto diciéndole a usted que una gran parte del porvenir depende de ustedes los socialistas, y de las organizaciones obreras, y de que acertemos a combinar una táctica que nos permita esperar la formación de una fuerza política tan poderosa como para ganar la primera batalla política que se nos presente”
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