«Solas en el silencio», de Silvia Intxaurrondo
Por José Luis Muñoz , 24 julio, 2025
Hay una cierta animadversión, muchas veces justa (la culpa, sin duda, es de editorial Planeta), de los escritores proletarios hacia los mediáticos que gozan de una extraordinaria plataforma de difusión (los medios en los que colaboran) y que muchas veces llegan a publicar simplemente por el hecho de ser mediáticos, y la lista es infinita, algunos sin ni siquiera escribir su libro (Ana Rosa Quintana).
Pero hay excepciones. Y Silvia Intxaurrondo, la conductora de uno de los programas más vistos de la televisión pública, La Hora de La 1, heroína y villana al mismo tiempo por haber puesto en su sitio a Alberto Núñez Feijóo cuando trató de deslizar una mentira (lo mínimo que puede hacer un periodista serio, pero eso, en estos tiempos, es excepcional) desembarca con muy buen pie en la novela con Solas en el silencio que publica Harper Collins y es un alegato contra la violencia machista: El cuerpo de una mujer yerma solo servía para la lujuria y el desenfreno.
Recrea la escritora vasca un ambiente opresivo y enrarecido en una población del norte de España, Sopuerta — Sopuerta olía a esa hora a churros con chocolate y manzanas de caramelo—, en una época pretérita, pero indeterminada, en donde impera la ley del silencio porque gobierna en ese pequeño microcosmos, ejemplo de pueblo pequeño, infierno grande, un cacique —Tenemos un nuevo alcalde que tomará posesión del cargo en cuestión de meses, cuando llegue septiembre. Hoy todo el pueblo verá nuestro poder. ¡Nuestra familia siempre gobernará Sopuerta!—tipo despiadado y violento que utiliza la metodología de la Edad Media sobre sus gobernados, incluido el derecho de pernada: Asaltaba a las jóvenes con extrema violencia y, en muchas ocasiones, las preñaba. Su fama de depredador se extendió por toda la comarca / El hombre que había desvirgado, mancillado y violado a la mayoría de las vecinas. Nos sitúa la escritora vasca, con un laconismo encomiable, en situación en su primer párrafo: En el número tres de la calle Benito Luis Hurtado convivían frente a frente la dicha y la desgracia. Pero Solas en el silencio se inclina por la desgracia.
Abundan en la novela los ramalazos de violencia explícita — Años después padecería ese mismo desamparo cada vez que su marido la golpeaba, la arrastraba y la violaba rabioso porque su vientre nunca daba frutos.—en ese paisaje opresivo en el que un tiempo lluvioso y los ritos mortuorios — Metieron la lengua dentro de la boca, sorprendidas por su color negruzco, y anudaron una venda blanca desde la barbilla a la cabeza para asegurarse que la mandíbula quedaba cerrada.—tienen un papel importante para ir metiendo al lector el desgarro de lo que Silvia Intxaurrondo, desde muchos puntos de vista (la novela es coral) va narrando y al mismo tiempo metiendo el frío en el cuerpo, porque la muerte está muy presente en toda la narración, es un personaje más en la cultura de ese pueblo cerrado al margen del mundo exterior: Cuando las novias de Encartaciones preparaban el ajuar, incluían en él la ropa de viaje, la vestimenta con la que querían ser enterradas y transitar hacia la vida eterna. Y una naturaleza, nada amable, que imprime carácter a los que sobreviven a ella: El maldito y enloquecedor viento sur. La mano del diablo, lo llaman en Encartaciones. Hace aflorar las pasiones más bajas y agita la venganza. Por eso en Sopuerta no se permiten los entierros ni los juicios en días de viento. En medio de ese clima de violencia y desolación, aún queda un resquicio para el amor, aunque sea prohibido: El cura y la solterona del pueblo. Recordaron a los dos jóvenes que se amaron bajo la higuera por primera vez una tarde del sábado de primavera. Y el sexo: Angelita recorrió el pecho del cura con delicadeza. Lo acarició con las yemas de los dedos y siguió bajando. Cuando le desabrochó el cinturón, Eusebio la tomó por la cintura con decisión y la tumbó sobre la cama.
Una novela de víctimas— A Basilia la muerte le entró por los pies. Reptando suavemente, como un dulzor gélido que iba apropiándose de su cuerpo milímetro a milímetro— y victimarios, de personajes duros y poco amables; una sociedad anclada en sus tradiciones y miedos ancestrales que parece hija de la Edad Media — Ve con cuidado, Soledad. El hombre que se acerca a una amortajadora acaba atrapado en su propio sudario / Una amortajadora que da a luz a un bastardo riega un pueblo con cien años de mala suerte— que mantiene un ritmo desasosegante desde el primero hasta el último párrafo sin que decaiga en ningún momento. Silvia Intxaurrondo cuida la ambientación al detalles, perfila a sus personajes— Joxean tenía veintitrés años pero estaba encerrado en la mente de un niño de cinco.—, hace creíbles sus más abyectas acciones —Basilia, molida a palos y abandonada sobre el suelo helado del caserón, dejó de sentir dolor cuando empezó a pensar en la muerte— que eran posibles en esa España que retrata y que quizá debía de haber concretado, pero uno sospecha que se trata de los tiempos más duros del franquismo (un reproche que no se le nombre, se obvie), cuando la mujer era un cero a la izquierda— Pensó en huir muy lejos, donde una mujer valiera más que un animal de campo—, no podía abrir una cuenta corriente, no podía viajar más que acompañada por su marido y este podía violarla siempre que quisiera bajo el eufemismo del débito marital.
Silvia Intxaurrondo, en su debut literario, construye un perfecto artefacto de lo que se denomina hoy rural noir (oigo la carcajada desde la ultratumba de Camilo José Cela y su Pascual Duarte por esa manía clasificatoria), una historia muy negra, bien construida, con sus saltos en el tiempo que resultan esclarecedores para dibujar a sus personajes, que no rehúye la crudeza cuando describe situaciones escabrosas —Su vientre se soltó y un hedor denso inundó la cocina. Su rostro recuperó su habitual gesto de paz al mismo tiempo que adquiría un tono azulado. Las manos se le quedaron agarrotadas, como si fuera un águila a punto de atrapar a su presa—, una novela que remueve al lector en unos tiempos de literatura light, y, ahí quiero hacer hincapié, extraordinariamente bien escrita que saca punta de cada palabra: Una lágrima se deslizó por la mejilla de Miren. Larga como una culebra. Una gota que condensaba la traición, la rabia y la pesada carga de una vida tranzada con amargura.
Pues sí, hay mediáticos que sorprenden por su calidad literaria, aunque sean excepción.
Título original: Solas en el silencio
Autora: Silvia Intxaurrondo
Editorial: Harper Collins
Páginas: 302
Año edición: 2025
Género: Novela negra
Comentarios recientes