Soluciones reales para un problema real
Por Alicia Ibarra Gámez , 21 enero, 2014
La palabra futuro viene de futurum, que significa `lo que ha de ser´. Pero, realmente el futuro no es algo predestinado y que `ha de ser´, sino que depende en primera instancia de nosotros mismos. Y sí, la mayoría de las veces se escapa de nuestras manos por pura incompetencia.
Si hiciéramos un `back to the future´ descubriríamos que desde los inicios de los inicios, el hombre se ha dedicado a idealizar el pasado y a llenar de errores el futuro. La política, nuestra política, es uno de esos errores. Existe porque se basa en un futuro que nunca llega y al que, por supuesto, culpa de no ajustarse a su realidad. Los programas apolíticos que nadie lee, junto a los fundamentos de partido ya difusos por el tiempo, son su futuro; pero dudo mucho que sea el nuestro. No me preocupa que el futuro sea incierto o impredecible, lo que me importa es que la mayor parte de las veces no podemos hacer nada para cambiarlo.
El medio ambiente es la base del futuro en el que vivimos; y no lo digo por caer en la moda del ecologismo y las charlas de bistró, sino por reflejar un hecho. Y sí, la mayoría de las veces los medios de comunicación y las administraciones parecen ajenas a este problema. Sin un aire que respirar ni un suelo que pisar, de poco sirven los coches ecológicos.
En colación a esto, me ha llamado la atención el dato que ha publicado recientemente la Agencia Efe sobre la Cumbre del Clima de París en 2015, que indica cómo a nivel de Naciones Unidas se quiere encontrar una solución real a un problema real: el cambio climático. Buscando en la hemeroteca han aparecido unas declaraciones de Mariano Rajoy en 2007, donde declara que el cambio climático “no se puede convertir un problema mundial”, porque “si los mejores meteorólogos del mundo no pueden adivinar qué tiempo va a hacer mañana con seguridad, cómo van a saber lo que va a pasar dentro de 300 años”. Todo esto lo dijo siendo candidato a la presidencia de nuestro país, cosa que ha conseguido y con una mayoría absoluta. Alguien que piensa lo contrario a 2.500 miembros del panel de la ONU sobre algo tan importante, ¿merece tomar las decisiones de mi futuro?
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