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Superzombis: el retorno de la amenaza

Por Redacción , 15 abril, 2014

POR TERESA VILLAVERDE

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Han hecho falta cuatro temporadas pero al fin han llegado los zombis de verdad. The Walking Dead terminó el pasado 11 de marzo con un capítulo intenso después de una cuarta temporada algo floja –el Gobernador reconquistando el mundo y la familia, forjando una nueva imagen de líder–, pero necesaria para sacar a los protagonistas del bastión anti-no-muertos que ha sido la cárcel. Se acabaron las escapadas turísticas al horror. Rick y los suyos están de nuevo a la intemperie y el fuera de plano ha vuelto a la serie. Sin muros, todo lo que no muestra la cámara es ahora incertidumbre. Han vuelto también los puntos clave del género que señala Jorge Fernández Gonzalo en su Filosofía Zombi: “Sensación de agobio, proximidad creciente de la amenaza, ausencia de razones que nos indiquen cuál es el motivo que ha desplegado el apocalipsis”. Sin embargo, el retorno no ha llegado de la mano de los zombis habituales, sino de los superzombis, la gran especie, los zombis por vocación. Llamémosles psicópatas. Si es cierto lo que dicen las teorías de los seguidores de la serie, los zombis psicópatas por excelencia habitan en Terminus. Son los caníbales. Los que cumplen la máxima: el hombre es un zombi para el hombre.

La mitología zombi ha servido innumerables ocasiones para hacer referencia a los desgarros de la sociedad postmoderna. Fernández Gonzalo propone y analiza algunos ejemplos en el ensayo mencionado, como La noche de los muertos vivientes de George A. Romero, o Plan 9 del espacio exterior, de Ed Wood. Podemos añadir algunos otros. El cuento de Will McIntosh, Seguidos, que retrata los muertos que cada uno arrastra consigo debido a un sistema de consumo desmesurado, o el ensayo Personas por la ética en el trato de los zombis (PETZ), de Jeffrey A. Hinzmann y Robert Arp, que analiza The Walking Dead desde la óptica de los derechos de los animales. Sea cual sea vuestra versión, el género se presta a múltiples lecturas.

Expongamos aquí la siguiente sobre la serie (si no les gusta, propondremos otras). Los caminantes de Robert Kirkman son ya de cuatro tipos. En la base de la pirámide se encuentra los primerísimos, los zombis inconscientes, esos no-muertos a los que un virus desconocido ha sorbido los sesos, que andan lánguidamente y se vuelven locos cuando huelen carne humana. Su única afición es caminar y comer. No muestran empatía –aunque sí parecen sentir cierto dolor–, son autómatas, pero sustentan el nuevo sistema-no sistema. Estos zombis vertebran la serie. Son la masa sin rostro –salvo en contadas ocasiones, como la de Sophia, la pareja de compañeros de Michonne, la granja de Hershel o la hija del Gobernador–, el combustible para que todo funcione. Lo que les caracteriza es su falta de raciocinio. El Otro no es visto por el zombi, que sólo lo percibe como alimento. El zombi practica el canibalismo y ataca cuerpo a cuerpo sin reservas. Su bestialidad inconsciente permite justificar la bestialidad consciente de los vivos. El zombi no tiene miedo a morir pero aviva el miedo del vivo, es la presencia constante de su muerte.

Los otros tres tipos de zombis han aparecido en la cuarta temporada. El zombi de tipo dos lo encarna Lizzie, la semizombi. Todavía no engulle humanos pero está en proceso de alienación. Es consciente de lo que le rodea pero lo entiende de una forma distinta al resto. Lizzie empatiza con la masa, ve su dolor y no acepta su maldad. Al sucumbir desarrolla un tipo de locura, al menos en cuanto a que no es comprendida por los que le rodean, por el grupo-vivo, que la ejecuta sin dudar. Lizzie asesina a su hermana con la intención de dejarla mutar porque considera que es lo mejor para ella. La semizombi ha comprendido el mundo pero no desea que nadie vea lo que ella ha visto porque es demasiado horrible. La clave del personaje de Lizzie radica en la combinación de ingenuidad infantil con una historia vital que se ha desarrollado casi por completo en la distopía. Al igual que Carl, el hijo de Rick, no tiene que adaptarse a un nuevo mundo, se considera parte de él. Ambos comprenden la situación, pero mientras Carl desarrolla una resistencia agresiva, Lizzie opta por la aceptación activa. Quiere pertenecer a un mundo que le sobrepasa y en el que no encaja, pero del que anhela formar parte aunque suponga un sacrificio. Quiere dejar de percibir lo ajeno, lo marginal, lo Otro, y de percibirse como tal.

El zombi de tipo tres es el nuevo Rick. Su cambio ha sido mucho menos sutil que el de Walter White en el episodio de La mosca, pero al fin ha obrado. Rick, el súper sheriff, el american dad de la jungla, ya había matado y golpeado cuerpo a cuerpo para sobrevivir. El cambio está en la brutalidad con la que acaba con uno de los matones que acompañan a Daryl. Una brutalidad zombiesca, a mordiscos. Rick se ha ido convirtiendo en zombi paulatinamente a lo largo de toda la serie. Su personaje encarna la cuestión clave: ¿qué eres capaz de hacer para sobrevivir? O lo que es lo mismo, ¿qué puedes hacer sin perder tu humanidad? Lo cual nos lleva a la pregunta, ¿qué significa ser humano y qué es ser zombi? El no-muerto encarna la némesis del vivo, sus perversiones, sus miedos, su bestialidad. La bestia de Rick empieza a ganar fuerza.

El zombi de tipo cuatro es el superzombi. El caníbal de Terminus. El final de la temporada sólo deja abierta esta posibilidad, así que a riesgo de equivocarnos en cuanto al futuro de la trama, no dejemos que la realidad nos estropee una buena teoría. El superzombi aúna lo humano y lo zombi. Es una suerte de superhombre que en vez de estar más vivo, es más no-muerto. Se alimenta de otros pero al contrario que el zombi de tipo uno lo hace de forma cruel y premeditada, atrayendo a sus víctimas hasta una ciudad fortificada y agradable, rodeada de barracones para encerrar a los viajeros. Es el gran psicópata del imperio postapocalíptico. El gran líder, el triunfador de lo horrible. Capaz de lo peor, comerse zombiescamente a sus semejantes, y de lo mejor, proteger a los suyos por encima de todo. “Nunca más confiéis, primero nosotros siempre”, rezan las paredes de Terminus. La mujer de la trenza pelirroja podría ser una nueva versión del Coronel Kurtz más lograda que el Gobernador. Más zombi. En el mundo de Kirkman, el sistema no está muriendo, está más no-muerto que nunca.


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