Tamayazos
Por José Luis Muñoz , 6 enero, 2020
Se huele en el ambiente una reedición del tamayazo, y esa es la última carta que le queda a esa derecha, cada vez más extrema (Inés Arrimadas ya parece tener los dos pies en VOX) para impedir ese gobierno de progreso que produce urticarias y pesadillas nocturnas al cincuenta por ciento de sus señorías. Se envuelven en su bandera (olvidando algo tan elemental como que las patrias son sus gentes, no sus banderas), apelan a un patriotismo de opereta y practican la dialéctica de la confrontación hasta el punto de resucitar un terrorismo inexistente, el de ETA, del que parecen tener nostalgia, para indignación de sus víctimas.
En el pleno de la investidura de Sánchez se retrataron sin máscaras las tres derechas cada vez más abducidas por VOX. Es la España bronca, maleducada, que grita y no dialoga, con la que jamás me sentí representado, la que dio un triste espectáculo de intolerancia en el hemiciclo.
Ese gobierno de progreso, que crucifican antes de que eche andar, es la última esperanza que nos queda frente al caos que es la divisa de la derecha incapaz de solucionar el problema territorial, y de aquí a mañana lo van a intentar todo para hacerlo descarrilar. A la triple derecha le fastidia que se derogue la reforma laboral del PP y la ley mordaza, que se suba el salario mínimo, se implemente una ley de muerte asistida y se encarrilen, dentro de la nación de naciones que es España, los movimientos secesionistas con mesas de diálogo que sustituyan a jueces y medidas represivas.
Los diputados del PSOE van a recibir todo tipo de presiones para que voten “no” a la investidura de Sánchez. Les aconsejaría, desde mi deformación profesional como novelista de género negro, que revisen los frenos de sus coches antes de desplazarse al Congreso, aunque ERC puede tener un plan B: compensar con síes los posibles noes fruto de este más que probable tamayazo en esta investidura presidencial que puede ser de infarto.
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