Tras los pasos de Luc Nilis
Por Jordi Junca , 14 mayo, 2014
El Mundial de Brasil se acerca a pasos agigantados sin que ya nadie pueda detenerlo. Mientras, los entrenadores de las diferentes selecciones van confeccionando sus listas formadas por veintitrés afortunados que disputaran la competición que fuera el sueño de Maradona y ahora de Leo Messi, el mismo torneo del que quizás Pelé es el máximo estandarte. Uno de aquellos eventos que paralizan el mundo y en el que los héroes del mundo moderno realizan sus gestas que serán recordadas tal vez como lo fuera la batalla de las Termópilas. Estoy de acuerdo con Valdano: si bien antes los gladiadores hacían esa función de héroes de carne y hueso, ahora son los futbolistas los que cumplen ese cometido. Y, sin duda, el mundial es su mejor escenario.
No es de extrañar entonces que la máxima aspiración de cualquier jugador sea disputar un mundial, ni tampoco que una de las mayores decepciones sea no estar en la lista. 32 países compiten entre sí, repartidos en ocho grupos que después se traducirán en 16 equipos que jugaran a vida o muerte y así sucesivamente. Tradicionalmente, los favoritos para avanzar en esa segunda fase son siempre los mismos, con algunas excepciones como por ejemplo la de España, que en los últimos años se ha colado en ese elenco de los elegidos. Decíamos, los favoritos suelen ser Brasil, Italia, Alemania y tal vez Argentina, con el permiso, como ya hemos dicho, de la selección española (que sin embargo no tiene una historia que la respalde). A día de hoy, parece que en efecto las posibilidades de ganar se las reparten España, Alemania y por supuesto Brasil, cuyo currículo es tan extenso que cuesta no ubicarla entre las favoritas, con el añadido de que en la presente edición se trata de la anfitriona. Luego estarían Argentina, Italia, Francia e Inglaterra, y digo estarían porque la realidad es que estas selecciones ya no son lo que un día fueron, sino que su fortaleza reside en un nombre que cada vez da menos miedo. Todo puede ocurrir, esto es fútbol, pero la lógica nos invita a pensar que este no será el año ni de los franceses ni de los ingleses, ambos muy mermados ante la veteranía de sus pesos pesados y la poca experiencia de los que vienen. Tal vez sea más difícil de pronosticar el destino de los argentinos, que cuentan con uno de los candidatos a convertirse en historia viva de este deporte, perdónenme que no diga su nombre, y a quien se le acusa además de haberse estado reservando durante toda la temporada para centrarse en la consecución del único título que se le resiste. En todo caso, quizás sea el mundial del futuro, donde aquellos combinados en los que nadie confía puedan reivindicarse y, así, decirle al mundo que se terminó la hegemonía de los teóricamente grandes. Hablamos, concretamente, de la selección de Bélgica, sobre la que muchos coinciden en señalar como la posible revelación del torneo que está por celebrarse.
En primer lugar, uno de los criterios que avalan a los belgas es la procedencia de sus componentes, muchos de ellos pertenecientes a equipos punteros de las grandes ligas europeas. Sin ir más lejos, diez de ellos juegan en la Premier y en equipos como el Tottenham, Arsenal, Everton, Liverpool, Chelsea, Manchester United o Manchester City. No contentos con eso, después nos encontramos con el espigado guardameta del Atlético de Madrid Thibaut Courtouis y su compañero de equipo Toby Alderweireld (quien por cierto marcó el otro día un gol decisivo frente al Málaga), o por ejemplo Van Buyten del Bayern de Múnich y el delantero del Nápoles, Dries Mertens. En resumen, nos referimos a equipos que compiten en las ligas más fuertes del viejo continente y que además juegan un papel importante en las competiciones domésticas e internacionales. Algunos dirán que solo con esta información no se pueden sacar muchas conclusiones y no les falta razón, pero en cambio sí puede afirmarse que se trata de una selección acostumbrada a un alto ritmo de competición y a la que se le supone un mínimo de calidad, más teniendo en cuenta la importancia de algunos clubes nombrados. Entre ellos el Manchester City, actual bicampeón de Premier League; el Atlético de Madrid, aspirante al título de liga y finalista de la Champions League, o el Bayern, que ha vapuleado a sus adversarios y ha ganado el título liguero cuando apenas habíamos superado el frío del invierno. Sea como fuere, si miramos las listas de Inglaterra o de Francia, por ejemplo, nos daríamos cuenta que en un hipotético enfrentamiento contra los belgas estos últimos serían, a priori, los favoritos. Y es que, efectivamente, la selección de Bélgica cuenta con un bloque envidiable y que al mismo tiempo cuenta con ese talento a veces tan necesario y que al fin y al cabo deciden los partidos.
Instantánea de la selección de Bélgica actual
En segundo lugar, pues, otro argumento que podrían aportar los partidarios de los belgas es que, además de un buen equipo, como decíamos, cuentan también con grandes individualidades. Como muestra, los siguientes botones: en la portería, el ya nombrado Courtouis, uno de los artífices del éxito del Atlético de Madrid, ya no solo en la temporada que todavía no ha terminado, sino también en las anteriores. En la línea defensiva, Vincent Kompany, cuyo físico portentoso y contundencia en el corte han sido decisivos en los dos últimos títulos de liga cosechados por el Manchester City. Entre líneas, Fellaini y Witsel, quienes tal vez no estén a la altura de los dos anteriores, pero que sin embargo atesoran la calidad suficiente para organizar el juego de un equipo que no tiene por qué renunciar al balón. Por último, el jugador desequilibrante que todo equipo necesita, rápido, eléctrico, con ideas diferentes: hablamos por supuesto de Eden Hazard, quien por cierto ha discutido públicamente el juego extremadamente resultadista propuesto por el polémico José Mourinho.
No obstante, si bien los belgas tienen motivos de sobras para ser optimistas, hay algunos factores que juegan en su contra. Por un lado, la poca tradición futbolística del país quizás pueda influir en la confianza de los jugadores, quienes pueden verse superados por la presión que ejerce la historia en este tipo de eventos. Por otro, la juventud es una virtud pero también puede convertirse en un hándicap, y tal vez a Bélgica le falte ese equilibrio entre la ilusión de los jóvenes y la picardía de los veteranos.
A día de hoy solo se pueden hacer conjeturas, pero si nos atenemos a los parámetros que se siguen habitualmente para hacer pronósticos sobre este mundo que es el fútbol, lo cierto es que Bélgica tiene todas las de ganar. Ya no hablamos de alzarse con la copa del mundo, eso ya son palabras mayores, pero sí de jugar un papel destacado por encima de selecciones históricamente, y solo históricamente, superiores. Seguramente, el gran futbolista belga de los años noventa Luc Nilis, hubiese dado lo que fuera con tal de haber coincidido con esta generación que está llamada a ser una de las mejores de la historia de su país. Del mismo modo, al seleccionador actual probablemente no le importaría poder contar con los servicios de un goleador capaz de marcar 55 goles junto a Van Nistelrooy en aquel PSV, pero, en fin, eso ya es otra historia. Lejos de ser una utopía, los belgas afrontan este mundial con la certeza de que les aguarda un futuro por lo menos esperanzador.
Imagen de Luc Nilis, uno de los jugadores más destacados de la historia de la selección
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