Tren de noche a Lisboa, de Bille August
Por José Luis Muñoz , 29 abril, 2014
¿Cuándo se jodió Bille August? podría preguntarse uno parafraseando a Mario Vargas Llosa en Conversación en La Catedral. Pues desde el óscar con Pelle en el conquistador, su mejor película, junto a Las mejores intenciones, rodadas respectivamente en su Dinamarca natal y Suecia. La filmografía posterior de este director danés, que incluye una mediocre adaptación de la novela de Isabel Allende de La casa de los espíritus, un irregular thriller, Smilla, misterio en la nieve, películas rodadas en Suecia como Jerusalén, Una canción para Martín, Sentencia de muerte, María Kroyer, con producciones británicas o norteamericanas de gran presupuesto como Adiós Bafana o Los miserables, es decididamente mediocre y en ninguna de ellas aflora el talento que demostrara en sus primeras películas, tampoco en esta plúmbea adaptación de la novela homónima del escritor suizo Pascal Mercier.
El profesor de latín Raimund Gregorius (un siempre sobreactuado Jeremy Irons que repite con el director tras La casa de los espíritus) impide en el último instante que una joven portuguesa se lance al río Aar en Berna. Cuando desaparece la joven, le queda de ella una gabardina roja, un extraño libro de memorias de un autor portugués desconocido llamado Amadeu de Prado y un billete de tren a Lisboa. El profesor lo deja todo y coge ese tren a la capital portuguesa para intentar descifrar los secretos de ese libro, que habla de la resistencia contra la dictadura de Salazar en Portugal, cuyo contenido le fascina. Allí conocerá a Mariana (Martina Gedeck) que le pondrá en contacto con los protagonistas de ese relato escrito por el doctor Amadeu de Prado (Jack Huston): su tío Joao Eca (Tom Courtenay), un anciano recluido en una residencia geriátrica; el padre Bartolomeu (Christopher Lee) que ofició su funeral y le habla del joven Amadeu estudiante; el farmacéutico Jorge O’Kelly (Bruno Ganz), que fue su mejor amigo; Adriana (Charlotte Rampling), la posesiva hermana del médico luso autor del libro, y, próxima a Salamanca, quien fuera el gran amor del doctor, Estefanía (Lena Olin), que le darán al profesor la versión de los hechos que narra el libro.
En la última película de Billi August no funciona ninguno de sus dos tramos narrativos, ni el presente ni el pasado, y difícil saber cuál de ellos suscita menos interés y aburre más. La pretendida obra fascinante de ese escritor portugués de la resistencia resulta ser un pestiño infumable, a pesar de que Raimund Gregorius no haga otra cosa que repetir ad nauseam lo que le llega al corazón ese texto lleno de obviedades ramplonas; la búsqueda de la verdad sobre el pasado político reciente de Portugal carece de la más mínima épica—nunca vi un grupo de conspiradores tan anodino como el de esos antisalazaristas previos a la Revolución de los Claveles—. Las interpretaciones, tanto por parte de los actores jóvenes Melanie Laurent, que interpreta a Estefanía de joven, o August Dihel, que es el farmacéutico Jorge O’Kelly, o Jack Huston que encarna a Amadeu de Prada, como por los veteranos Charlotte Rampling, Lena Olin, Tom Courtenay, Christopher Lee o Bruno Ganz, que los interpretan en el presente, son tan lamentables como increíbles y los diálogos resultan torpes e impostados.
Este Tren de noche a Lisboa es una muestra de celuloide rancio y un ejemplo de a lo que puede llegar la decadencia de Bille August. Ni rastro de Pelle el conquistador en la filmografía de este realizador danés que un día ganó el óscar a la mejor película de habla no inglesa.
Título original. Nigth Train to Lisbon
Director: Bille August
Año: 2013
País: EE:UU, Suiza y Alemania
Duración: 110 minutos
Estreno en España: 16/04/2014
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