Diario de un tren llamado libertad
Por Marisa Cuyás , 4 febrero, 2014
Cuando hace algo más de un mes, una veintena de mujeres de Gijón y Laviana durante una comida de hermandad se plantearon realizar una marcha hacía Madrid defendiendo la libertad de elección a la que tiene derecho cada una de las mujeres de este país, tenían claro que ni la sociedad demandaba una reforma en la ley del aborto ni mucho menos iban a dejar pasar por alto esta vuelta al más oscuro túnel del tiempo por el simple y mero capricho del Ministro de Justicia, Alberto Gallardón.
El tren de la libertad se convirtió en una marcha reivindicativa desde una tierra, Asturias, acostumbrada a luchar. En un principio sólo serían 150 personas, hombres y mujeres, los que se subirían a ese tren teñido de malva en el que la banda sonora llegó de la mano del Cha ca cha del tren, una ingeniosa adaptación dedicada al Ministro de Justicia. Aunque las lágrimas en algunos y el esfuerzo por contener las emociones se produjo cuando ese gran coro de voces entonaban el poema de Pedro Garfias “Asturias” popularizado por el asturiano Victor Manuel que refleja esa capacidad de reclamar derechos y gritar frente las injusticias de una tierra acostumbrada a levantarse una y otra vez.
Con pancarta incluida, los integrantes del Tren de la Libertad fueron acompañados primero y posteriormente recibidos en la estación de Gijón por un nutrido grupo de personas bajo aplausos y gritos de ánimo, a sabiendas que no irían solos, pues al día siguiente saldrían dieciséis autobuses desde esta misma ciudad con el mismo destino. Madrid. Pero a veces las coincidencias se cruzan en el camino produciendo encuentros incómodos, como seguramente habrán pensado los cuatro representantes del PP gijonés que esperaban resguardados de las voces reivindicativas en una discreta esquina de la cafetería de esa misma estación, esperando subirse a ese mismo Alvia con la esperanza de no ser vistos. Todos hacia una misma dirección, Valladolid, primera escala del Tren de la libertad.
Llegada a Valladolid
Recepción en valladolid
Aunque la reivindicación de estas mujeres y hombres era extremadamente pacífica, aunque algunos se empeñen en convencernos de lo contrario, hubo momentos de tensión controlada cuya única finalidad era intentar dificultar esa fiesta en favor de la libertad de elección de cada mujer. Pese a todo y a algunos, el desánimo no aparecía en ninguna de las estaciones donde pararía ese tren, en todas ellas se congregaban personas con pancartas alentando esta iniciativa. Mieres, Pola de Lena, León hasta llegar a la estación de Valladolid repleta de personas que esperaban esta comitiva para acompañarlas en manifestación al lugar donde el Partido Popular estaba celebrando su convención. De nuevo momentos de tensión controlada y en esta ocasión sin poder llegar hasta el lugar de destino. Pero no importaba, esto sólo era una parada, lo importante sucedería en Madrid.
Recepción en León
Al día siguiente de nuevo al tren, acompañadas por mujeres y hombres procedentes del País Vasco, para llegar a la estación de Atocha donde les esperaban miles de personas a ritmo de batucada deseando encontrarse con ellas, con las que comenzaron una movilización basada en el respeto hacia las mujeres que otros intentan silenciar con dogmas de culpabilidad.
Y llegó el momento de salir de la estación, de ver cuántas voces estaban dispuestas a acompañarlas. Las lágrimas volvieron al rostro de las mujeres asturianas que consiguieron fletar ese tren de la libertad, los emocionados saludos y el agradecimiento mutuo entre todos los que llenaban las inmediaciones de la estación de Atocha se convirtió en el impulso que las llevaría en volandas hacia el Congreso de los Diputados.
Tras dos horas de manifestación en la que las personas que iban cerrando la misma apenas conseguía avanzar por el centro de la Castellana, de nuevo las lágrimas volvieron a aparecer en esas apenas veinte mujeres, las únicas a las que se les permitió atravesar el desmesurado cordón policial para llegar al Congreso.
La emoción, la fuerza y la ilusión de estas mujeres asturianas se convirtió en una sola voz inmensamente ampliada por la gratitud de miles de personas dispuestas a acompañar su lucha y seguramente no se convertirá en la única reivindicación ni mensaje ante la vuelta al más oscuro pleistoceno. Ellas han conseguido aunar demasiadas voces que no pueden ser ignoradas ni por un gobierno y un ministro sordo ni por una iglesia que intenta tener demasiado protagonismo en una sociedad laica tal y como promulga la carta magna de todos los españoles, la Constitución.
Tren de la libertad en Madrid
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