Un coche, un rey y una amnistía para soñar
Por Víctor F Correas , 1 octubre, 2015
Caen las hojas del calendario como comienzan a hacerlo las hojas de los árboles. Lenta, pausadamente, una tras otra se suceden sin apenas prestar atención al calendario ni al árbol y cuando uno se quiere dar cuenta, el segundo está desnudo y el primero en puertas de un nuevo año.
Fugacidad del momento, vida que se escapa a soplidos sin darnos cuenta, como si nada. Este uno de octubre es uno de esos días que en unas horas caerá del calendario para dar paso al siguiente. Mientras, nos da tiempo para saber que tal día como hoy hace cincuenta y tres años a dos ciudadanos británicos se les ocurrió fundar una asociación que defendiera y evitara abusos a los detenidos o apresados por razones políticas e ideológicas. Amnistía Internacional daba sus primeros pasos gracias al empeño de Sean McBride y Peter Beneson. Y ahí sigue, en su empeño, como las hojas del calendario y del árbol, viendo los días pasar.
Un día que dejó interesantes avances, como la apertura de la primera fábrica de bombillas en Mento Park (EE.UU.) hace ciento treinta y cinco años al mando de Tomas Alva Edison, lo que la convertía también en la primera compañía eléctrica del mundo; o la aparición del primer modelo ‘T’ de la compañía Ford, hoy hace ciento siete años, resultado de cinco años de esfuerzo de Henry Ford y sus ingenieros para fabricar un automóvil fiable y barato. ‘T’ de twenty, es decir, el número veinte, pues ese fue el prototipo que salió bueno. Los americanos, unos genios del marketing.
Fernando VII.
En el Imperio también hubo cosas interesantes este uno de octubre. Sin ir más lejos, hace ciento noventa y dos años las Cortes de Cádiz dejaron marchar a Fernando VII, la mayor desgracia que nunca haya ceñido la corona de España, y al que retenían después de declararlo demente tras prometer a los diputados liberales que sería bueno y no perseguiría a los diputados liberales. Andaba el país revuelto tras el pronunciamiento de Rafael del Riego, que tres años atrás proclamó la Constitución de 1812 harto de los seis años que Fernando VII regaló a sus súbditos una vez llegado a España. Tres años intensos, duros, que incluso incluyeron un golpe de estado del referido y regio elemento en 1822. Por eso, y viendo el percal que suponía la llegada de un poderoso ejército –los Cien mi hijos de San Luis- para invadir la península y restituir en el trono a su legítimo rey, le dejaron marchar con la promesa de cumplir lo prometido. Una vez vuelto al trono e incumplidas las promesas –lo que era más que previsible conociendo al individuo-, regalaría otros diez años de gloria que han pasado a la historia del país como La Década Ominosa –aborrecible, que merece ser aborrecida, para los de la LOGSE-.
Y una muerte para rematar el repaso a la jornada: la de Louis Leakey. A este paleoantropólogo británico y a su mujer les cupo el honor de descubrir en la expedición anual a Olduvai de 1959 el cráneo del homínido Australopithecus boisei, datado en un millón setecientos cincuenta mil años. Dos después repetirían hallazgo, esta vez el de un ejemplar fósil de Homo habilis, y en 1967 los del Kenyapithecus africanus. Mucho del aprendizaje de lo que somos se lo debemos a él. Sed buenos y felices si podéis… U os dejan.
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