Un hombre muerde a un perro
Por Oscar M. Prieto , 7 noviembre, 2018
Un astuto precepto de la profesión periodística dice que si un perro muerde a un hombre no hay noticia, pero si es el hombre el que muerde al perro, esto sí es un hecho noticioso ya que se trata de algo que no sucede normalmente. Lo he recordado, por el revuelo informativo que se ha montado porque el Congreso ha votado por unanimidad la reincorporación de la Filosofía como asignatura obligatoria en la enseñanza secundaria.
A mi parecer, en este caso, el perro muerde al hombre, lo que no debería ser noticiable, pues no debería ser algo extraordinario el hecho de que la Filosofía forme parte del currículo formativo de los jóvenes. Lo noticiable, el hombre que mordió al perro, sería que la Filosofía no formara parte de los planes de estudios. Algo que, lamentablemente sucedía, lo que habla expresivamente de los tiempos que nos ha tocado vivir: “Virtud y Filosofía peregrinan como ciegas…”.
Desde hace varias décadas, la formación de nuestra juventud está orientada a la formación de profesionales, olvidando la formación de las personas, que debe ser primordial y anterior a toda profesión, despreciando aquellas disciplinas, generalmente llamadas humanidades, que impulsan este desarrollo personal.
Gravísimo error, quizás intencionado, que pagará muy caro nuestra sociedad. Dice Ortega y Gasset que uno de los espectáculos más lamentables que existen es el de “la peculiarísima brutalidad y la agresiva estupidez con que se comporta un hombre cuando sabe mucho de una cosa e ignora de raíz toda las demás”.
La Filosofía es hoy más necesaria que nunca. La Filosofía nos ayuda a establecer, aunque sea tentativamente, unas coordenadas respecto a quiénes somos y dónde estamos. Hoy más necesaria que nunca, en un mundo de realidades virtuales, de perfiles falsos, de postverdades, un mundo tecnologizado que permite diluir la frontera entre la verdad y la mentira, establecidas ahora ambas por el poder. Más necesaria que nunca para no perdernos en esta maraña, que amenaza con asfixiar nuestra libertad y nuestra esencia humana.
Pero, nada de campanas al vuelo, una asignatura obligatoria no será la panacea, es sólo el residuo, un muñón, algo ornamental que poco aportará, aunque ese poco, será mucho para quienes aprovechen la oportunidad y estén dispuestos a atreverse a saber.
Salud.
www.oscarmprieto.com
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