«Un lugar tranquilo 2»: poco ruido y menos nueces
Por José Antonio Olmedo López-Amor , 30 junio, 2021
Dos factores influyen —y mucho— en que el público haya ido al cine —lleva 200 millones recaudados— a ver Un lugar tranquilo 2 —por cierto, no había título peor—; primero, la sensación de pandemia sobrepasada: avance en la vacunación, laxitud de restricciones y todo el ilusorio efecto de liberación que ello conlleva; y segundo, el buen sabor de boca que dejó Un lugar tranquilo (2018): su antecesora. Para ser justos, diremos que ninguna segunda parte cuenta nunca con la capacidad de sorpresa de la primera; pero una cosa es partir de eso, y otra, es explotar los mismos ingredientes sin aportar nada nuevo.
A pesar que este film pueda hacer buena taquilla y nos deje la sensación de haber visto algo interesante, no hemos asistido mas que a la representación de algo ya visto. Una raza extraterrestre invade la tierra e intenta aniquilar toda vida humana. Dichos seres son ciegos, pero poseen un sentido auditivo ultradesarrollado, y ello, unido a su descomunal tamaño, fuerza y rapidez, hace que el ser humano sobreviva en peligro de extinción. John Krasinski (EE.UU, 1979) demuestra una vez más ser un director solvente a la hora de dirigir películas comerciales, pero también, deja muy claro que le queda mucho por recorrer, pues todavía no es un verdadero cineasta.
Pretender convertir en saga una película digna y eficaz como Un lugar tranquilo (2018) obliga a abrir el abanico, a introducir nuevos personajes y presentar nuevos peligros, descubrimientos y situaciones. En cuanto a introducir nuevos personajes, Krasinski acierta con el fichaje de Cillian Murphy, quien pese a la pobreza de su personaje, demuestra un potencial dramático —sin duda— desaprovechado. Murphy interpreta a un amigo de la familia que ha perdido a su mujer y a su hija y se presenta a todas luces como una figura paternal para la familia protagonista. En su evolución radica uno de los mensajes que Krasinski quiere transmitir: y es que la familia es una institución sagrada y de su unión, emerge la fuerza. En cuanto a los peligros, descubrimientos y situaciones: no podemos apuntar nada nuevo.
El arranque de la cinta pretende ser vigoroso y clarificador, pues de manera analéptica se nos explica cómo fue la primera toma de contacto entre las extrañas criaturas y los seres humanos. Sin embargo, la puesta en escena es poco original y está trufada de lugares comunes y retórica del género. La historia de una madre coraje que arriesga su vida por proteger a sus tres hijos resulta algo manido, aunque podamos inferir de ello un mensaje feminista que se prolonga y fortalece con el rol de su hija mayor: verdadera heroína y desencadenante de la segunda mitad de la película. Las esforzadas interpretaciones de Emily Blunt, Millicent Simmons (actriz sorda) y Noah Jupe no son acompañadas de una sólida trama, de inesperados giros de guion, ni la apertura de posibles subtramas. Todo en la secuela de Un lugar tranquilo se reduce a sustos sonoros y una acción efectista de la que estamos bastante saturados.
A partir de ahí, la película continúa la escena que clausuró la primera entrega, y lo hace tan al pie de la letra, que esta segunda parte parece su natural continuación temporal. Mundo despoblado y apocalíptico, sensación de peligro e inferioridad ante los monstruos depredadores: las escenas del bebé llorando, la búsqueda de útiles en tiendas vacías o la utilización del sonido chirriante para aplacar a las bestias son cosas ya conocidas de esta bilogía que su creador ha decidido seguir explotando sin afán de superación. El principal problema de Un lugar tranquilo 2 es que, incluso para una película de acción y suspense y tras la original propuesta de su predecesora, se queda en la epidermis, no arriesga y se limita a jugar con los códigos del género, y no a subvertirlos.
La aparición de los habitantes de la isla o la banda que aparece en el muelle no sirven mas que para ver de nuevo otra exhibición de saltos y gruñidos de los ínclitos invasores. Cuesta creer que Krasinski no haya sabido sacar más partido al personaje encarnado por Simmons y la posibilidad cinematográfica que su sordera le ofrece. Sin duda, el efecto del silencio —subjetivo— en plena situación angustiosa no hace más que aumentar la intriga y romper de alguna manera el juego visual y sonoro al que estamos acostumbrados. Pero tampoco aquí ha mostrado ser hábil ni original el director de The Hollars (2016). Su estructura narrativa adolece de ideas y, en cambio, se muestra deudora de películas como La guerra de los mundos (2005) e incluso A ciegas (2018): ambas superiores en calidad e ideas.
Pese a todo, y como blockbuster veraniego, habrá muchos que piensen que Un lugar tranquilo 2 funciona, pues entretiene y ofrece una buena dosis de acción y suspense. No obstante, no recomendaría acercarse a esta secuela con otra pretensión que la de gozar de un producto palomitero que probablemente será del agrado del público más joven, pero muy pronto será olvidado.
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