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Un medio entre todo y nada

Por Oscar M. Prieto , 4 marzo, 2022

¿Y tú crees que eso funciona? ¿Qué verdaderamente importa o en realidad da igual? Me pregunta Paco y no hallo en su tono rastro de cinismo, más bien verdadera duda, curiosidad. No lo sé, no sé si importa o no –le respondo–. Cuando pregunté a quienes sabían, ellos me dijeron que era así, que siempre se había hecho así y en su afirmación también resonaba como dentro de un pozo el anuncio velado de un terrible castigo, de las nefastas consecuencias si uno, temerariamente, decidía hacerlo de otro modo. Yo lo hago así, en parte, por respeto a los mayores y también porque conserva un halo antiguo de ritual, de atávico, de cuando el mundo no había aún caído bajo la tiranía de la Ciencia y el conocimiento era sabiduría. Todo esto no se lo digo a Paco, sólo lo pienso y lo silencio.

No sé si verdaderamente importa podar los árboles frutales en la última luna menguante antes de la primavera. Era esto lo que me preguntaba. Supongo que sí, siempre se ha hecho así. No me atrevo a transgredir este mandato transmitido de generación en generación. Aunque me demostraran que no sirve de nada, seguiría haciéndolo tal y como me enseñaron.

He levantado la mirada al cielo, para saber si era la luna y mirando al infinito me he sabido pequeño. Es la luna buena de la poda y he podado. Luego he bajado mi mirada al suelo. He prestado atención a lo pequeño, a las semillas, debo elegir cuáles y dónde he de plantarlas. Ante lo pequeño me he sentido grande, pero era sólo una ilusión, porque de lo pequeño nace todo, las flores también. He recordado a Pascal cuando hablaba del hombre como una nada frente al infinito y un todo frente a la nada, un medio entre nada y todo.

No debe de ser sencillo ser hombre. Tener conciencia de esa tensión de funambulista sobre la cuerda floja. No es sencillo ser hombre. Como no es posible gozar del trino de los pájaros que revolotean al sol esta mañana. Oigo sus cantos, pero escucho bombas, llantos, odios, sinrazón. No es posible disfrutar de esta mañana cuando suenan los tambores de la guerra, se vuelan los puentes, se derriban las casas y se abren las comportas de la sangre. «Sangre, no sangres más, cómo decirte que no sangres sangre». No es sencillo ser hombre y perdonarse.

Salud.

www.oscarmprieto.com

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