Una sala para soñar… Con sueños
Por Víctor F Correas , 30 noviembre, 2015
Días que no traen nada, pero que escarbando pueden mostrarnos cosas curiosas; anécdotas que no pasarían de ahí de no ser porque algún poso dejaron en el camino de la historia para hacerlo más divertido y sorprendente.
Y si no, que se lo cuenten a los parisinos que tal día como hoy hace ciento veintinueve años se presentaron en la sala Folies Bergère para ver una nueva revista. Algo especial, distinto, único, lo vistieron algunos periódicos enterados del asunto. Y no pasaron de ahí. Se trataba de llamar la atención de los parisinos, de hacerles ir al teatro y que vieran con sus propios ojos lo que allí se les había preparado; que causaría sensación. Y vaya si la causó. Mujeres con unos trajes especiales y que a más de uno pusieron en órbita la libido, el deseo sexual, etcétera. En ese local número 32 de la calle Richer, cuatro años después, se verían ya espectáculos de estriptis sin reparo alguno. Un local por el que pasarían con el tiempo Josephine Baker, Maurice Chevalier o Charlie Chaplin. Hasta Norma Duval, por poner un toque celtibérico al asunto.
Hablando del toque celtibérico, no podía faltar en un día como hoy, treinta de noviembre. En el de hace ciento ochenta y dos años, sin ir más lejos, el Ministro de Fomento Javier Burgos aprobó un decreto por el territorio español se dividía en cuarenta y nueve provincias. Menos Álava, Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya, las restantes tomarían el nombre de su respectiva capital. En 1927 se unirían dos más, con la división de las Islas Canarias. Recordar que Ceuta y Melilla son ciudades autónomas, y con ellas se completa el territorio nacional.
En Londres hoy hace setenta y nueve años ardió como una tea el Crystal Palace, gigantesco palacio de cristal que albergó la gran exhibición de 1851 dentro de las Exposiciones Universales. Al contemplar sus ruinas, Winston Churchill afirmó: “Este es el final de una era”. Y son tantos y tantos los finales de una era…
Y hoy, tres años después de que España cediera a Francia el vasto territorio de Luisiana, tuvo lugar la ceremonia oficial de entrega. La bandera española fue arriada y en su lugar, izada la francesa. Después, los franceses entregarían dicho territorio a los americanos, que para eso lo habían comprado en abril de ese mismo 1803. Así que, en resumidas cuentas, el año acabó con la enseña norteamericana ondeando en Luisiana desde el veinte de diciembre del año en cuestión. Caprichos de la historia.
No lejos de Luisiana, en Florida, hoy hace ciento ochenta años que nació Mark Twain, autor de Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn; y más lejos, en Dublín, lo hizo hace trescientos ochenta y cuatro Jonathan Swift, que nos regaló Los viajes de Gulliver.
Y cerca de Dublín, en París, hoy hace ciento quince años, falleció muerto de asco, olvidado y sin dónde caerse muerto un tipo llamado Oscar Wilde. Perra vida.
Comentarios recientes