Valencia
Por José Luis Muñoz , 5 noviembre, 2024
Hace unos días, el articulista de La Vanguardia Enric Juliana, fino analista político donde los haya, clavó la flecha en el centro de la diana: “Al gobierno de Pedro Sánchez le faltan tres Óscar Puentes y al gobierno de la Generalitat valenciana la dimisión de Mazón”. Y eso en el día en que un grupo de energúmenos perfectamente organizados y disfrazados de voluntarios y vinculados con diversos grupos de ultraderecha fueran a reventar la visita, inoportuna donde las haya, que la Zarzuela se empeñó en hacer al epicentro de la DANA, acompañados sus majestades por Mazón y Pedro Sánchez, de la que salieron embarrados.
Que el presidente legítimo de la nación, a quién diariamente se le insulta en medios de comunicación afines a la extrema derecha, haya sufrido una agresión (no se sabe si el palo lanzado le alcanzó), su coche vandalizado por energúmenos enfurecidos que si pudieran lo sacaban de él y lo linchaban, los reyes acabaran embarrados y el presidente valenciano con alguna pedrada que dio en el blanco, es un hecho muy grave, desde luego, que deberá ser castigado debidamente por la justicia. Feijóo, el jefe de la oposición, no se ha dignado condenar la agresión física, aunque haya sido sin consecuencias, lo que debería hacer por pura cortesía política, y el líder del partido instigador del alboroto, Santiago Abascal, ha animado a los agresores, alienta su violencia, y se ha ofrecido a defenderlos gratuitamente si son llevados ante la justicia. Pero ¿en qué país estamos?
Menudencias del corral político al lado de esa catástrofe pavorosa en la que debemos centrarnos y que no ha terminado porque ahora falta encontrar a los muertos, muchos más que los contabilizados, y desesperarse por los desaparecidos, muchos de los cuales no aparecerán nunca, y reconstruir parte de una comunidad autónoma completamente arrasada. Pero vayamos por partes, porque hay quien no se entera o no quiere enterarse de lo que ha sucedido, hay quien da pábulo a los bulos alucinantes (Pedro Sánchez ha derruido los pantanos de Valencia, el más absurdo que he oído nunca, y de ahí viene esa pavorosa inundación) y hay sencillamente quien tiene mala fe, y esa especie abunda mucho entre nuestra clase política y se contagia a cierta ciudadanía ignorante e irracional que solo oye lo que le dicta sus intestinos.
La AEMET, un organismo estatal para los que despotrican de lo público y se rinden ante la generosidad de Amancio Ortega (que elude pagar impuestos con su ingeniería financiera),, dio un aviso de alerta roja, es decir de peligro extremo, para la planicie valenciana susceptible de inundaciones (en donde se han edificado poblaciones con el beneplácito del PP que autoriza ahora hoteles a 200 metros del mar, porque el negacionismo climático de VOX se contagia gobernando con ellos) a las 07:31 de la mañana del día de autos para toda la provincia de Valencia. ¿Lo oyen bien? A las 07:42 el organismo clave en las predicciones meteorológicas, centra la alarma en el sur de la provincia. A las 09:48 extiende la alarma al norte por riesgo extremo que aconseja no coger el coche. A las 11:55 la Confederación Hidrológica del Júcar avisa de que se están desbordando los barrancos en el sur de Valencia. A las 13:00 Carlos Mazón minimiza esas previsiones y afirma que la DANA se desplaza hacia Cuenca y que a las 18:00 habrá disminuido su intensidad. A las 14:00 el Centro de Coordinación de Emergencias de la Comunidad Valenciana recomienda abandonar las viviendas de las zonas afectadas y no usar los vehículos. A las 15:00 horas la Generalitat Valenciana sube la alerta a dos en Ribera Alta, la Plana y Utiel-Requena cuando el agua ya anega las plantas bajas. A las 17:00 se pone en marcha el Centro de Coordinación Operativa Integral. A las 19:00 la situación en las poblaciones aledañas a la rambla del Poyo es crítica. No fue hasta las 20:00 que se emitieron los mensajes de alerta. El gobierno de la Generalitat, por boca de su presidente Mazón que lo primero que hizo al llegar al poder fue desmantelar el Servicio de Emergencias (las emergencias sirven para eso, para ayudar en casos de extrema gravedad o catástrofes) que puso en pie su predecesor, el socialista Ximo Puig, dijo a las 18 horas que la DANA se alejaba hacia Cuenca cuando había testimonios de gente que ya se estaba ahogando en las carreteras. ¿Por qué actuó con esa irresponsabilidad el presidente de la Generalitat Valenciana y no dio la alarma a primera hora de la mañana para que los valencianos se quedaran en sus casas, subieran a plantas elevadas los que vivían en bajos y no cogieran sus coches? Sencillamente porque no quería perjudicar a los empresarios que verían reducida su producción si declaraba la alarma por la mañana, a los hoteleros, que veían tirado por la borda un largo fin de semana muy apetecible, a los supermercados que verían reducidas sus ventas. No pensó en la ciudadanía, ni se le pasó por la cabeza. Una verdad incuestionable que muchos, en este país, ignoran y ponen en tela de juicio diciendo que el culpable de la DANA es el odiado Pedro Sánchez, el terminator de los pantanos franquistas, el dictador bolivariano que permite que una presidente le llame “hijo de puta” y venda su gracia en camisetas.
Ni la AEMET ni Mazón podían prever semejante catástrofe, desde luego, pese a que estudios científicos la daban por segura, un día u otro, con el calentamiento del Mediterráneo y la especial orografía del terreno (una autopista de asfalto las poblaciones y el nudo de carreteras que no absorbería esos 500 litros por metro cuadrado del diluvio), pero si la alarma el gobierno valenciano la hubiera decretado cuando la AEMET comunicó sus predicciones, por la mañana, centenares de vidas humanas se hubieran salvado de este desastre espantoso, y eso es incuestionable. Pero se cuestiona.
La afirmación de que el gobierno central (ilegítimo, traidor, criminal) se desentiende de la suerte de los valencianos es meridianamente falsa. Seguimos con los bulos de la extrema derecha para socavar con sus mentiras la democracia. Mazón no se comunica con Moncloa hasta el día siguiente, cuando la magnitud de la tragedia es espantosa y hay miles de testimonios de que puede haber centenares de muertos. Hay que tener en cuenta que Mazón, como presidente de una comunidad autónoma, es el máximo representante del estado en ese territorio y que es él el que debe informar al gobierno central de la situación catastrófica que se está viviendo pues está sobre el terreno y debe de tener toda la información precisa de lo que está sucediendo. Engaña al gobierno central o no se entera de lo que ha pasado cuando le pide solo 500 efectivos de la UME, a regañadientes, y Pedro Sánchez le ofrece 5000. Y lo que haga falta, le dice, porque es Mazón, que está in situ, quien debería conocer mejor la situación de su comunidad. El gobierno central, lo público, no va a escatimar ni recursos ni esfuerzos para recuperar ese territorio devastado, en buena parte, por la incompetencia de sus gobernantes que actuaron con negligencia criminal. En este momento hay división de opiniones. ¿Debió el gobierno central aplicar el 155 al gobierno valenciano vista su absoluta incompetencia? Muchos creemos que sí, aunque lo hubieran tildado de dictador bolivariano y PP y VOX habrían llevado la medida al Tribunal Constitucional como ya se hizo con el estado de alarma que Sánchez decretó durante la pandemia. Pero, en teoría, el gobierno valenciano conoce más el terreno y a su gente, por proximidad, que el gobierno central que ofrece todos sus esfuerzos y recursos para ayudar, y se considera más efectivo que el impresentable presidente valenciano siga gestionando la catástrofe, cosa que muchos nos cuestionamos y creemos que es un error garrafal. Mazón, en un alarde de chulería, rechaza el envío de bomberos de la Generalitat catalana que le ofrece Salvador Illa desde el minuto uno (el contingente de ayuda especializada que ya iba para Valencia hubo de dar marcha atrás y volver) y que finalmente acepta 24 horas después. El presidente valenciano cambia de estrategia luego y agradece, en una comparecencia con Pedro Sánchez, al presidente de la nación todos sus esfuerzos apartándose del guion agresivo de Feijóo que quiere cambiar el relato de lo que está pasando porque las cosas le van a ir muy mal cuando se sepa toda la verdad de lo que ha pasado, que ya se sabe, y de la que se ha hecho eco toda la prensa internacional.
Los servidores públicos, los bomberos, policías, guardias civiles, militares, sanitarios, la UME (la unidad de emergencias creada por José Luis Rodríguez Zapatero, sí, el que firmó el acta de defunción de ETA), funcionarios de ese estado que los ultraderechistas ponen en cuestión constantemente, funcionan, están sobre el terreno, intentan con todos sus medios devolver la normalidad a los valencianos (la devastación es tan inmensa que seguramente tardaremos meses en verla) y en rescatar los cientos de cadáveres que van a engrosar esa insoportable lista del dolor, la parte irreparable de esta tragedia dantesca. A esta ayuda cualificada (fallecieron bomberos y policías en heroicas labores de rescate) se une esa marea humana de voluntarios civiles de toda España armados con palas y cepillos para limpiar las casas y dar alimentos a los que lo necesiten, la cara amable de esta tragedia de proporciones bíblicas, la que nos hace confiar en la bondad del ser humano y habla de la solidaridad del pueblo ante las desgracias, la misma que vimos en el 11M. Las tareas que hay por delante son ingentes (retirar toda esa chatarra de coches apiñados que bloquean las calles que parecen sacados de una película de catástrofes americana), vaciar de agua los subterráneos, identificar a los muertos, reconstruir casas y negocios que, si no se toman medidas urgentes de prevención, volverán a inundarse en la próxima DANA, replantearse los protocolos entre el estado central y las autonomías y qué hacer cuando estas demuestran una incompetencia total en la gestión de una crisis.
No es tiempo de dirimir responsabilidades sino de arrimar el hombro, olvidarnos de banderías y ayudar todos a una a Valencia. Ese tiempo ya llegará y pondrá las cosas en su sitio y a los mentirosos ante su propio espejo, pero debemos combatir, por limpieza democrática y ética, a esos buitres desalmados, como los que realizan pillajes en las tiendas, que pretenden pescar en río revuelto, se aprovechan del dolor y la ira de los afectados que se han quedado sin nada y han perdido a sus familiares para socavar las instituciones y exigir que sobre ellos caiga todo el peso de la ley. Juliana tiene más razón que un santo. Al gobierno de Pedro Sánchez le faltan tres Óscar Puentes para pasar a la ofensiva contra esas máquinas de fabricar mentiras. Un partido político tiene clavada en el corazón la gestión del 11M y está montando otro relato alternativo a costa de los muertos de Valencia.
Hay carroñeros sin sentido de estado ni ética política, sencillamente desalmados, digamos las cosas por su nombre, porque estamos hablando de mala gente que no soporta estar alejada del poder y sigue ese lema de “quien pueda, que haga” del líder en la sombra, su Darth Vader que tan bien se mueve en la oscuridad. Luz y taquígrafos en esta tragedia, arrimar el hombro sin partidismos que el tiempo de exigir responsabilidades ya llegará y tomemos nota de los múltiples fallos en esta gestión para que no se produzcan en un futuro.
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