¿Vivimos -“en”- la realidad?
Por Sebastián Agulló , 12 marzo, 2014
Imagen del propio autor.
Uno de los más pronunciados dilemas filosóficos -incluso físicos, en lo que a Física Teórica se refiere- es un «insalvable» trecho entre el concepto y la cosa en sí, si ese me permite adoptar la terminología kantiana.
Parece un asunto sin solución determinar la diferencia entre el «fenómeno» y el noúmeno. Nuestros sentidos, limitados en cuanto a lo limitados que se deseen concebir, no son suficientes para aprehender la Realidad, es decir, como seres humanos pensantes no tenemos legítimo derecho por el cuál afirmar qué es real o no.
Sin embargo, nuestras computadoras funcionan, somos capaces de programar algoritmos eficaces -y eficientes- y, por qué no, somos capaces, como humanos, de enviar sondas a Marte o Saturno, verbigracia.
Luego, ¿dónde está la brecha entre nuestro lenguaje conceptual y de lo que él se deriva? Solipsismo (como el de Berkeley), fenomenología (desde Kant a Husserl y su posterior influencia en Heidegger), ¿qué nos dicen?
A mi juicio parece una desesperada carrera entre la ilusión Cartesiana y un positivismo que, si bien no alcanza los niveles pragmáticos de Peirce o James, trata de imponer una barrera entre el logro indiscutible del ser humano y su entorno.
Y no es necesario recurrir al Principio Antrópico, un grave desliz apoyado por científicos de renombre. Pienso que en estos casos vence la batalla el realismo ingenuo de Mario Bunge o Jesús Mosterín, filósofos de la Ciencia que no caen en la trampa de una fenomenología harto obsoleta, alimento que engullen catedráticos en virtud de mantener su puesto.
La Realidad está ahí, accedemos a ella gracias a nuestros sentidos junto a las derivadas ciencias y las filosofías asociadas. Si algún individuo pretende defender el abismo entre Realidad e Interpretación, a mi juicio, incurre en un error garrafal.
Porque usted, lector, llega a mi texto mediante un complejo mecanismo en el que hay mucho envuelto. ¿Es una interpretación subjetiva? Juzgue usted mismo.
Finalizo este esbozo diciendo que la realidad es profundamente real. Si usted prefiere adherirse a un relativismo no-científico, es decir, la validez de cualquier opinión por el mero hecho de tratarse de diferentes puntos de vista…
… le invito a la reflexión. Distintos puntos de vista es un matiz psicológico y sociológico que, aun siendo su base aquello de “la realidad tiene muchas interpretaciones”, todas esas interpretaciones no cambian la realidad. Es una relación unidireccional.
Erwin Schrödinger, en su libro “Qué es la vida” dedica sus últimas páginas a defender que no habría filosofía ni reflexión en este planeta que pudiese negar el hecho de si, dado el caso, él mirase a un árbol, existiere una sola reflexión capaz de contradecir o poner en duda de que estaría viendo un árbol: mi árbol.
¿Quizá sea el doble pensamiento extremo por el que, uno, pensamos que el Universo está hecho a nuestra medida, o, dos, el Universo se nos escapa siempre del conocimiento?
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