El asunto Melkano, de Alberto Llamas
Por José Luis Muñoz , 26 febrero, 2014
Unomasuno Editores, 2013, 417 páginas
Una intriga que se cuece alrededor de la recuperación de un manuscrito perdido, el de El asunto Melkano; un detective como Mario Medina, atípico, puesto que vive con su madre, no fuma, no es un adicto al sexo con rubias ni tiene mal carácter cuando va pasado de copas, entre otras cosas porque es abstemio; un ayudante que es un antiguo guardia civil, otra que es una empleada del hogar; muertos por el camino; comunidades de extranjeros en la Costa del Sol; Málaga, ciudad que el autor conoce sobradamente, costumbrismo y situaciones no estridentes conforman esta primera y notable novela de Alberto Llamas (Málaga, 1966), un periodista curtido en su oficio que decide pasarse al campo de la ficción, algo habitual y nada extraño ya que son vasos comunicantes y no pocos argumentos novelescos se extraen de las noticias diarias: la realidad da siempre un sinfín de argumentos.
Alberto Llamas desembarca en el género negro español, en permanente renovación desde que se han incorporado a él voces tan dispares y solventes como las de Carlos Zanón o Carlos Salem, por ejemplo, con esta primera novela bien construida que gira en torno a una turbia gestión inmobiliaria que amenaza con destruir una parte del patrimonio histórico cultural de la ciudad de Málaga, la antigua Melkano a la que alude el título de la novela.
Destaca la visión realista de la novela, su no excesiva violencia frente a otros autores que quizá abusan de ella y hacen derivar sus narraciones hacia el guiñol tarantiniano, y el dibujo de un personaje central, como el de Mario Medina, tan alejado de los clichés del género como cercano a la realidad del detective patrio, alguien muchas veces anodino, gris, de vida no excesivamente interesante, como es la del caso que nos ocupa, más próximo a un comisario Maigret del gran Georges Simenon que a los hiperviolentos y psicóticos policías que pueblan las novelas de James Ellroy, por poner dos autores antagónicos. Esa construcción del protagonista, muy alejado de los estereotipos que se tienen de los detectives por la influencia del cine y la novela negra foráneos, especialmente norteamericanos, pero que seguramente se acerque mucho más a la realidad, es, a mi parecer, uno de los mayores logros de esta novela escrita con un lenguaje preciso.
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