Nacional 340
Por José Luis Muñoz , 28 diciembre, 2014
Nunca es tarde para comprobar el sistema viario público de Cataluña. Ayer, sin ir más lejos, mientras regresaba de Vallderrobres, después de firmar algunos libros en la emblemática librería de Octavi Serret, gurú literario de la comarca de la Matarraña. No sé qué razón me impelió a programar el GPS y ordenarle que obviara todos los peajes hasta Barcelona desde ese punto de Aragón fronterizo con Cataluña. El resultado fue una especie de Vía Crucis en el que yo, como todos los automovilistas afectados por la crisis o que sencillamente no les da la gana de pagar peajes en autovías que deberían ser públicas, se arriesgan el físico.
Como notario de dicha experiencia, mientras abandonaba un tramo de unos 40 kilómetros de la Autovía del Mediterráneo, gratis y excelente, y me adentraba en el sinuoso trazado de la N340, que sube y baja puertos, tiene curvas cerradas, transcurre por poblaciones de las que, hasta ayer, no tenía noticia de que existieran, me iba encendiendo de rabia a medida que me acercaba a la Ciudad Condal por ese meandro de asfalto.
En esa hora extra que invertí, conociendo el territorio, por negarme a pagar los peajes que circundan la capital de Catalunya (prácticamente es imposible sortearlos, sobre todo si accedes desde el sur) rebobiné en el tiempo, creí oír palabras dichas antaño de que dichas autopistas y autovías, tras quince años, o veinte, de explotación privada, pasarían a ser de titularidad pública. Pues bien, han pasado cuarenta años y siguen siendo de titularidad privada. Mientras en el resto de España los automovilistas disfrutan de una más que aceptable red viaria en sus desplazamientos por autopistas y autovías gratuitas, en Cataluña los automovilistas, en cuanto cogemos el coche, tenemos que ir desembolsando dinero cada muy pocos kilómetros en esos abusivos peajes que muchas veces son ineludibles porque la alternativa es una carretera catastrófica como la N340.
Cuando ya entraba en la capital, bastante encendido, me preguntaba cómo pretende gobernar la Generalitat un posible estado independiente cuando no ha sido capaz, o no ha querido, que las autovías y autopistas de Cataluña sean de titularidad pública durante cuarenta años. Si en una tarea tan fácil como ésta ha fracasado, o no les ha interesado, cabe suponer que en tareas más complicadas, como regir un nuevo país de la Comunidad Europea, sea aún más incapaz. A las autopistas de peaje de Cataluña me remito.
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