Sólo los amantes sobreviven. de Jim Jarmusch
Por José Luis Muñoz , 23 junio, 2014
Solo era cuestión de tiempo que Jim Jarmusch, uno de los directores más extravagantes y personales de la cinematografía universal, aterrizara, a su manera, en el género gótico tras haber facturado una comedia insólita—Extraños en el paraíso—, una road movie sentimental—Flores rotas—, un western sin acción—Dead man—, un thriller coreográfico en el que conseguía que Forest Whitaker bailara y fuera el primer samurái negro de la historia del cine—Gosth Dog—, entre otras rarezas que uno supone fruto del cóctel sanguíneo que corre por las venas—ascendencia checa, alemana e irlandesa—del realizador estadounidense nacido en Akron, Ohio.
Solo los amantes sobreviven narra la historia de dos peculiares vampiros del futuro, Adam (Tom Hiddleston), un músico underground que habita entre discos de vinilo y libros antiguos en un apartamento tan grande como desordenado, y Eve (Tilda Swinton), como nuestros padres bíblicos, radicados respectivamente en la fantasmal Detroit, una ciudad que prácticamente ha sido borrada del mapa por la crisis (eso no es ficción de Jim Jarmusch sino realidad pura y dura desde la debacle de la industria del automóvil norteamericana) y en Tánger, una de las ciudades más europeas y decadentes de Marruecos. Separados por miles de kilómetros, y sobreviviendo miles de años en un mundo que cada vez les estimula menos, Eve viaja a un Detroit poblado por zombis—los humanos a los que desprecian porque con su avidez han destrozado el planeta—y luego ambos se instalan en Tánger, sobreviviendo estos dos amantes inmortales a base de dosis de sangre fresca que les venden en hospitales y la nostalgia del pasado esplendor cultural de la humanidad.
Fiel a su estilo, el de pasar por su personalísimo tamiz los géneros cinematográficos, este Jarmusch es elegante y estilizado, sobre todo por la presencia de Tilda Swinton cuyo físico remite a la pintura gótica y no ha de esforzarse por entrar en el universo del director indie. Solo los amantes sobreviven, que llega con el auge de la saga Crepúsculo, es una película de vampiros románticos que no muerden en el cuello, salvo caso de extrema necesidad, ni vuelan aunque les crezcan los colmillos cuando ingieren su rojo alimento; lo suyo es el arte, y sobre literatura, música y filosofía, sobre el pasado de esa humanidad culta y sofisticada que ya es historia, gastan saliva esos peculiares no muertos.
La película transcurre ante los ojos del espectador de forma lánguida y morosa, como la quiere Jim Jarmusch que sino no sería él mismo, forma parte de su idiosincrasia creativa. Para vampiros modernos me quedo con El ansia del desaparecido Tony Scott, un largo y bello spot a mayor gloria de Catherine Deneuve y Susan Sharandon lésbicas, para coñas nada como El baile de los vampiros de Roman Polanski y para canónicos el Drácula de Francis Ford Coppola.
Lo mejor de la última película del director de Cielo sobre la tierra, aparte de su principal actriz femenina, es la presencia de un decrépito Christopher Marlowe (John Hurt), un vampiro moribundo por la escasa calidad de la sangre humana que circula, que despotrica de William Shakespeare que se llevó su gloria literaria, y la forma en que Jarmusch y su director de fotografía Yorick Le Saux retratan esas dos ciudades, Detroit, que literalmente inquieta por su decadencia y abandono sin necesidad de recrear escenarios apocalípticos, y Tánger, la ciudad marroquí adonde fue a recalar Paul Bowles, ambas muy adecuadas para la historia que se cuenta, en sus ambientes nocturnos como corresponde a la existencia vampírica.
Con los años Jim Jarmusch pierde ironía y humor y gana falsa trascendencia, pero sigue manteniendo esa rareza peculiar que siempre le acompaña.
Título original: Only Lovers Left Alive
País: Alemania, R.U., Francia y Chipre
Año de producción: 2013
Género: melodrama vampírico
Duración: 123 minutos
Director: Jim Jarmusch
Estreno en España: 13/06/2014
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