6 meses de plazo
Por Esther Patrocinio , 17 septiembre, 2014
Hace poco tiempo que la gran coalición que gobierna Alemania formada por el SPD y el CDU/CSU aprobó una medida que nos atañe a nosotros, emigrantes europeos. Se trata de una reacción a los abusos del llamado Sozialtourismus (Turismo social). Se ha comprobado que ciudadanos comunitarios residentes en Alemania han llegado incluso a falsificar partidas de nacimiento para recibir así el Kindergeld; es decir, la ayuda a la infancia que se entrega a los padres para el mantenimiento de sus hijos. Desde el gobierno que preside Angela Merkel aclaran que “estas medidas no suponen ningún cambio para los que respeten la regulación sobre las ayudas sociales” pero como todo en esta vida; las cosas no son ni blancas, ni negras sino llenas de matices de tono grisáceo. Por un lado están los que alertan del peligro de la libertad de movimientos de ciudadanos dentro de la Unión Europea y los políticos alemanes argumentan que todos los países de la UE pueden legislar un periodo máximo de estancia para la búsqueda de trabajo. Lo que en román paladín viene a ser: o encuentras curro en 6 meses o de vuelta a España. Paralelamente hay toda una casuística, quienes estén buscando trabajo activamente y tengan un nivel de idioma aceptable que les permita desenvolverse en el entorno laboral pueden ver prolongada su estancia en la república alemana, otros tendrán que plantearse “hacer un curso de alemán en su país de origen para venir más preparados para entrar en el mercado laboral germano” como señalan los medios de comunicación.
Desde mi privilegida posición de emigrante europea con trabajo fijo en Alemania, tengo que decir que por por un lado comprendo la postura de los alemanes de rechazo ante los que no han aportado a sus sistema social pero se benefician de él, y por otro lado, como española residente en Alemania sé que las cosas son muy difíciles para poder establecerse aquí seas europeo o no. Antes de entrar en debates polémicos hay que evitar las generalizaciones, cada persona es diferente y todos conocemos personas vagas y personas trabajadoras independientemente de la nacionalidad, religión u orientación sexual que tengan. El problema, si es que se puede llamar problema, es la “picaresca” española; esa creencia de que somos más listillos y resabiados que el prójimo (ojo que otros países también tienen el cliché de la cigarra que cantaba mientras la hormiga acumulaba provisiones para el invierno; como Grecia, Italia y Portugal) por eso nos las sabemos todas y nos llevamos siempre la mejor parte del pastel. Así pagan justos por pecadores y los que llegan dispuestos a dar lo mejor de sí mismos se encuentran con la indiferencia (en el mejor de los casos) o con el rechazo abierto por parte de una buena parte de la sociedad alemana (recalco que no hay que generalizar).
Hablo de lo que experimenté por mi misma, el llegar y tener que competir con los que hablan alemán con un nivel nativo, demostrar que soy buena en mi trabajo y que aparte de siestas y fiestas los españoles somos trabajadores responsables y formales que cumplen con sus obligaciones. Todavía recuerdo la cara de mi jefa cuando le dije que soy una persona organizada en la primera de las tres entrevistas que hice en mi empresa actual, directamente me dijo que viniendo de una española le resultaba gracioso…y con el paso del tiempo ha terminado por decirme que realmente soy incluso más organizada que algunos alemanes que conoce.
Opinar sobre este tema no es fácil, no hay una respuesta correcta porque las dos posturas son comprensibles, yo diría que complementarias. Por un lado quienes rechazan el abuso del sistema social que ofrece Alemania a sus ciudadanos del que se aprovechan algunos extranjeros y del otro lado, los que llegamos con la sana intención de trabajar e integrarnos en la sociedad alemana, cumpliendo con los mismos deberes de los ciudadanos alemanes y recibiendo por tanto los mismos derechos que éstos. El tiempo dirá si la medida aprobada por el gobierno alemán resulta eficaz o no y si se extiende a otros países de la UE.
Pingback: Historia de una puta triste |
Pingback: Alemán en casa |