Hace pocos días que Angela Merkel salió reelegida como candidata del partido CDU (Unión democristiana) en su congreso anual celebrado este año en Colonia. La polémica la sirvieron sus socios en el gobierno la CSU, los democristianos de baviera que gobiernan en el Land desde 1957. Su nueva propuesta de obligar a los extranjeros a hablar en alemán en sus casas ha sido una revolución.
En un contexto en el que todavía resuenan los ecos del famoso Sozialtourismus; en román paladín los gorrones, esos extranjeros que viven de los beneficios sociales que Alemania les proporciona sin haber trabajado antes en Alemania, la medida ha levantado ampollas. La sociedad alemana se divide entre los que hacen chistes sobre el tema diciendo: “Cómo si todos los alemanes habláramos el mismo alemán”, ya que en varias regiones del país se hablan dialectos diferentes (que, doy fe de ello, son indescifrables para quién sólo ha estudiado alemán estandar), y los que entienden el transfondo de la medida pero no comparten el planteamiento de la misma. Incluso dentro del propio partido de Merkel se han escuchado voces en contra que defienden lo que se habla en el salón de cada uno debe ser asunto suyo y no del gobierno.
Sinceramente la propuesta me da escalofríos porque existe una delgada línea roja que separa la integración de la xenofobia. Todos conocemos los antecedentes históricos de Alemania y precisamente por esto debería ser un tema que no se tome a la ligera. Ayer mismo comentando con algunos de mis compañeros de trabajo, que también son extranjeros, hablábamos del tema y algunos vamos a tener que hablar con nosotros mismos frente al espejo o con compañeros de piso que tampoco son alemanes, con lo cual la mejora del idioma es imposible; no hay nadie que te corrija cuando cometes un error. ¡Mejor tomarlo a risa!
El trabajo libera – puerta del campo de concentración de Dachau
Existe un cierto afán político en esto de mezclar las lenguas con la sociedad que olvida el punto fundamental: las lenguas están al servicio de la sociedad que las utiliza para comunicarse y no al revés. Si así fuera los sordomudos que utilizan lengua de signos estarían totalmente aislados del resto de la sociedad porque utilizan otros instrumentos distintos a la lengua (entendida como emisión de aire a través de las cuerdas-vocales y recibida a través del pabellón auditivo) para comunicarse.
La idea que subyace en la propuesta es buena: el idioma alemán es uno de los más difíciles del mundo, requiere tiempo y dedicación para llegar a dominarlo motivo por el cual los inmigrantes que llegan al país se encuentran con la gran barrera lingüística que dificulta su integración en la sociedad alemana por lo que todas las propuestas que sirvan para superar esta barrera bienvenidas sean, pero señores del CSU piensen en soluciones reales que sirvan efectivamente para evitar la barrera del idioma.
Esther Patrocinio (Salamanca, 1983) Turistóloga, publicitaria con licencia para anunciar y filóloga cazadora de palabras en talleres de escritura creativa. Account Executive Manager desde Munich, Alemania. Sígueme en @epatrocinio
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