Agoreros y Vocingleros
Por Francisco Collado , 14 enero, 2019
Nos rodean por doquier. Ellos siguen a lo suyo. El agorero haciendo gala permanente de la imparcialidad y tolerancia que le caracteriza. Ofreciendo castigos divinos cuando no salgan a flote los de su cuerda. Temibles plagas; escasamente bíblicas; que amenazan la sociedad en el supuesto de que otras opciones ideológicas, que no sean de su palo, resulten elegidas por los ciudadanos. El vocinglero es un ente más nefasto, si cabe. Falto de lectura, nadie le informó de la villanía y parcialidad que toda ideología conlleva en su génesis. Cualquier convicción, religión, filosofía o doctrina es excluyente o intolerante por naturaleza (moléstense en leer libros), incluidas las redentoras creencias del vocinglero. La génesis de una ideología se basa en la exclusión y división del mundo. Entre ellos (poseedores de la razón) y los otros. Pero el vocinglero erre que erre. Continúa vendiendo a destajo una utópica moto. Alabando los beneficios sinnúmero que otorgará la aplicación de su dogma al ser humano, cuando todos lo sigan ciegamente (previa destrucción de los credos ajenos). Nadie le ha explicado al cenutrio el ocaso de las doctrinas. Nunca visitó una biblioteca para descubrir la destrucción y el dolor que los axiomas ideológicos han provocado en la humanidad. El vocinglero es poseedor de una visión de túnel, y su entorno conceptual es el de una mula torda con anteojeras, dando vueltas eternamente a la noria, Los teorizantes con frecuencia suelen ser personajes con una cierta querencia por la molicie y la bohemia. Desertores del arado, que en lugar de dedicar sus ocios al esfuerzo, eligen concentrarse en elaborar tesis y teorías peregrinas, para joder masivamente a la humanidad. Aplicando la estadística a la causalidad de todas las miserias, guerras y barbaridades perpetradas en la historia, se descubre que detrás de cada una de ellas, siempre andaban uno o varios de estos esperpentos. Filosofando y adoctrinando masas, como es mandado. Sin obviar motivos económicos paralelos (o de otro cariz); han sido los credos pergeñados por aquestos fantoches, las razones motoras que han separado o desgarrado a la humanidad. Toda doctrina nace perversa en si misma, dado que para su preeminencia ha de aplastar, ignorar y oponerse a los que piensan de manera distinta. Todo credo es excluyente e intolerante por naturaleza. No nos dejemos engañar. Su aplicación práctica deviene germen de fanatismo y grisura intelectual. Al vocinglero y al agorero, estos menesteres se les antojan escasamente importantes. Encerrados en su cápsula del tiempo, siguen con su melodía añeja, sin detectar que ese disco, y la ranciedad de sus propuestas, ya están rayados hace tiempo. El agorero, seguirá predicando en el desierto las consecuencias nefastas para la sociedad, si ésta no secunda sus dogmas mesiánicos y sectarios. Para el vocinglero, apenas existe redención. Es del tipo de fulano que; cuando es conducido por las fuerzas represoras en un autobús; para ser almacenado en un estadio de fútbol, o acompañado amablemente por sus camaradas a un oscuro sótano para sacarle brillo en el lomo, va cantando por el camino aquello de: ¡Que buenos son. Que buenos son, que nos llevan de excursión! Patético.
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