Argumentos boomerang
Por Eduardo Silva , 28 enero, 2014
Siempre es un buen momento para cambiar de opinión. A usted nunca le ha gustado el cine europeo, por ejemplo, pero una noche en un pub, mientras se toma una cerveza, su cuñado le presenta a una amiga guapa y soltera y usted empieza a mostrar interés por ella. Avanza la noche y, preguntando, descubre que esa amiga tiene un trabajo de responsabilidad en una multinacional, «¡no solo trabaja, está a jornada completa!», piensa usted maravillado. Y su cerebro, inconscientemente, empieza a urdir un maquiavélico plan. Su cuñado, que a pesar de ser familia le conoce, le da un codazo disimulado y le confirma: «¡Qué! ¿Ves como era un buen partido?»
Usted comienza a desplegar su cola de pavón, pero como tiene ya ciertas tablas sabe que lo prudente al principio es preguntar y escuchar, mostrar interés. El fanfarroneo puede espantar a la presa antes de tiempo. Y por preguntar descubre muchas cosas de la encuestada que le sirven para iniciar una conversación fluida y divertida. La red está echada. La joven es licenciada en relaciones laborales, le gusta la música clásica, práctica natación pero odia el fútbol, es miembro de dos Ong´s de defensa de los animales y le gusta el cine de autor.
Usted se desespera, nada a lo que agarrarse, nada en común. Lo intenta con los perros pero sabe que su alergia saldrá en algún momento y acabará poniendo de manifiesto su odio visceral hacia los animales así que decide cambiar de tercio. Conoce el nombre de dos o tres directores de cine europeo y sabe donde se celebran algunos de los más importantes festivales así que se anima a marcarse el primer farol, y parece que le sale bien.
La noche acaba, usted consigue su número y ella se va impresionad. Volverán a quedar otro día y usted tendrá tiempo de buscar quien es ese Costa-Gavras y de inventar una historia verosímil sobre su fortuito encuentro aquella noche que se encontraron en el bar del hotel en San Sebastián.
Y ya ve, treinta años alabando superproducciones hollywoodienses y desechando el resto por aburrido y porque no hay tiros ni acción, y ahora lleva una semana visionando películas de Von Trier, Kaurismäki, Kar-Way… ¿Quién se lo iba a decir? Esperamos que su sacrificio le merezca la pena. ¡Suerte con la amiga de su cuñado!
Como usted con sus gustos cinematográficos, el Gobierno español con Gallardón al micrófono, decide ahora cambiar de opinión y volverse progresista. No para ligarse a un bellezón en un pub, quédese tranquilo, sino para dotar de argumentos su posición contra el aborto. Considera el ministro que lo progresista es defender la vida del más débil tratando de lanzar un proyectil a la línea de flotación ideológica de los partidos de izquierdas, en un hábil movimiento retórico aderezado con las habituales cuotas de simplismo y razonamientos falaces con que nos suelen obsequiar nuestros representantes políticos.
Lo que no dice el portador (¿o será porteador?) de la cartera de justicia es si el feto es o no persona. Y ese es un tema preocupante y confuso. Si la persona lo es desde que nace, el feto no es persona, y si no es persona no debería tener derechos ni deberes; y si lo es, debería serlo para todo. Señora, ya sé que no ha nacido aún pero es una persona con derechos y deberes y esto es un cine así que haga el favor de pagarme dos entradas. A no ser que lo que quiera el Gobierno sea defender la vida por encima de los personas. Claro que entonces, no sabemos si eso sería constitucional porque en su artículo quince relativo a los derechos y deberes fundamentales la Constitución dice que todos tienen derecho a la vida pero no aclara sí ese «todos» se refiere a las personas o también a los embriones, y tampoco cuenta si los embriones son o no personas. La mejor forma de defender la vida sería, para evitar malos entendidos y falsas interpretaciones en este caso, exterminar a las personas. La Constitución también dice otras muchas cosas muy interesantes (y otras que deja de decir) pero ya habrá tiempo….
Al margen de estas diatribas y sin entrar en consideraciones científicas para no eternizarnos, es nuestro deber prevenir, humildemente, al ministro invitándole a ser más cuidadoso a la hora de elegir arma o, en su defecto, recomendar a su Gobierno algún que otro cambio en la legislación para consolidar sus argumentos. Por ejemplo:
Defendamos la vida del más débil prohibiendo la tauromaquia. ¡No hombre!, nos referimos a la vida humana más débil. De acuerdo, pues retiremos entonces las concertinas de la valla de Melilla. La vida humana más débil española, queríamos decir. Entiendo, entonces haremos una ley para frenar los desahucios, ¿no? y no recortaremos en sanidad, ni en dependencia, y devolveremos las preferentes…. Bueno, la palabra «débil» es demasiado ambigua, lo que queremos defender es la vida humana española, así, en general. Luego que cada uno se las apañe con su vida humana española. ¿Y qué hay de la dignidad? La dignidad bien, gracias. Oigan, pues me van ustedes a perdonar, me alegro de que se hayan vuelto progresistas pero me da la impresión que solo lo han hecho para contentar al arzobispado. Nosotros somos progresistas para lo que nos da la gana y si le molesta a piar al twitter.
Puesto que intuimos que nuestras recomendaciones no van a ser atendidas, insistimos en prevenirle señor Gallardón: Procure elegir mejor el arma la próxima vez que ataque a la oposición o, al menos, sea precavido y no le dé la espalda si insiste en arrojar boomerangs.
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