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Libertades vs Libertades

Por Nicolás Melini , 14 febrero, 2014

En realidad qué es la realidad de esta realidad política sino un sopapo continuo que nos dan de un lado y de otro lado y ahora algo más deprisa, deprisa, porque internet lo ha hecho posible, sopapos que devolvemos como podemos para que nos sopapeen de vuelta una y otra vez, con lo mismo o con lo siguiente, mientras alguien se lo está llevando crudo.

El mismo que le obliga a usted –con la ley— a tener un niño, no hace mucho se lo robaba porque usted no debía tenerlo. Debía parirlo, pero no criarlo, aunque fuera su hijo y lo hubiese parido usted. El mismo que le impide –mediante la ley— que pueda interrumpir su embarazo, promulga la libertad total del movimiento de los dineros que a usted le harían falta para tener todos los hijos que quisiera, si quisiera, así que usted no puede menos que observar, irremisiblemente embarazado, cómo esos dineros fluyen y se acumulan, precisamente, cada vez más lejos de usted. Que nos aspen si no es que, si la Santa Madre Iglesia quiere alumbramientos, más le valdría proscribir la economía de casino en la que también participa su banco.

He leído tweets de dirigentes del PP que son de no creer. Verbos y sustantivos y adjetivos incendiados claman que su útero, el suyo mismo sin ir más lejos, es cámara de gas; pero pobres judíos –su Holocausto reducido a sopapo, a insulto político—, condenados a morir ahora verbalmente dentro de usted (¡Por Dios!).

Leo en estos días, entre otras, una hermosa novela de Blanca Riestra, Pregúntale al bosque, sobre las mujeres jóvenes que en los años 80 “fuimos”, y en un momento dado dice:

“Teníamos quince años. Sólo éramos capaces de escribir sobre chicos y soñar. Supongo que estábamos en el momento adecuado para la reproducción. Fue entonces cuando debimos follar y tener muchos niños. Y luego dárselos al Estado para que los educase. La naturaleza es sabia, ¿no?”

Sin embargo, lo que tocaba en aquel momento era otra cosa: abortar como fuera y seguir estudiando y conquistar, si era posible, por fin, una igualdad que nuestros padres no habían disfrutado. Cierto que difícilmente podrán llevar a nuestras hijas de vuelta hasta allí. Hoy es otra cosa, partimos de un lugar bien distinto; al menos esa esperanza debemos tener. Aunque el futuro puede ser mucho peor de lo que desearíamos, nada va a ser como antes. Pero sí es la economía la que nos esterilizó entonces y nos esteriliza ahora. Entonces, por ejemplo, la incorporación de la mujer al mundo laboral; y hoy, la imposibilidad de trabajo siquiera para uno de los dos miembros de la pareja. El Estado, lejos de educar a nuestros hijos cuando nosotros no podemos, está permitiendo que los echen a la calle con nosotros y, luego, solo luego, nos los quita, culpabilizándonos, castigándonos con su pérdida, y solo faltaría que nos diera una colleja por –endeudarnos— tontos. Y eso que el Estado paga más por la educación y el sustento de un hijo que nos quita que lo que tendría que pagar si, simplemente, antes de la hecatombe del desahucio, se ocupara de nosotros. Pero será que “la economía” necesita de esa espada de Damocles esterilizadora (y, por qué no, abortista) sobre nosotros. Quien no se asusta no llora y quien no llora no mama. O quien no se asusta no transige y quien no transige no mama; aunque menos, siempre menos. Nótese que quienes viven “fuera de la economía”, en los supuestos arrabales de la historia, sea en chabolas aquí o en países empobrecidos allá, liberados curiosamente de la presión de esa espada de Damocles, tienen 3 y 4 y 5 y hasta 12 hijos si es lo que quieren. Aquí 1, gracias.

Leo a raíz de la gala de los Goya que al Psoe le viene bien que el PP esté tan mal con el mundo de la cultura, porque eso fija sus votos ante el enemigo malo, fija los de ambos y marca entre los dos partidos unas diferencias que pueden resultarles rentables. ¿Le vendrá bien al Psoe que el PP arremeta contra las libertades con una ley contra la interrupción del embarazo?

Cuando la policía y los jueces y la prensa están mostrando a los votantes del PP el obsceno estado de corrupción de su partido, ¿qué efecto tendrá la aprobación de esta ley en las intenciones de voto? Ahora sabemos que, mientras disfrutábamos de las mieles del “éxito” de España, la Gürtel, Bárcenas, Urdagarín y los dadores y beneficiarios de los ERE fraudulentos (además de un notable etcétera) pegaban mordidas descomunales a lo de todos. ¿Y, descubiertos, mientras se les juzga pública y judicialmente y pierden votos y simpatías, sacan esto, una ley para que nos sopapeemos bien? ¿No será que los dos principales partidos siempre han compartido algunos intereses, aunque estos pasen por enfrentarse entre sí y conseguir que nos enfrentemos entre nosotros?

Libertades vs libertades…, un ardid, en este caso insano, una treta de Gallardón para vestir de liberal lo que no lo es, sino, más bien, todo lo contrario. Supresión de libertades, además, por las malas; por las malas de la mayoría absoluta de un partido político que mejor haría si dejara de ofrecer su lamentable espectáculo de indignidad al no afrontar su depuración, cuando –en vez de colaborar con la justicia— se defiende de los jueces como tortuga panza arriba, oculta y destruye pruebas, impide que los medios de comunicación hagan su trabajo, o, volviendo al asunto, se oculta durante unos días tras la polvareda levantada por la aprobación de una ley, medida que parece elaborada ad oc para que boxeemos en un rin alejado de donde más les duele, lejos de su corrupción, porque el poder es para ellos lo primero.

Va a ser que la respuesta política y ciudadana a esta ley que suprime libertades debiera darse, no solo con argumentos contra la ley en sí, sino en los juzgados, señalando su sede y su tesorería; en su corrupción, que es lo primero que hay que cambiar para que volvamos a confiar en las instituciones.

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